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Los ácaros que viven en tu cara

Latinoamericanos, africanos, asiáticos y europeos... ¿Qué ácaros tienes en tu cara?

Alejandra Ortíz

Los poros de la cara que para muchos pueden ser motivo de preocupación y vanidad, son para otras especies su hogar. Cada poro sirve como casa para ácaros, unos pequeños arácnidos que encuentran en esas cuevitas un ambiente próspero para vivir, y solo salen de ahí para tener sexo y poner sus huevos (sí, en nuestra cara). Y no, no hacen caca sobre nosotros pues no tienen ano, sino que mueren con todos sus desechos dentro de sus cuerpos, sobre nosotros, donde se desintegran y humectan con sus cadáveres nuestra piel.

Los ácaros que viven en nuestra cara pueden sonar asquerosos pero en en general no hacen ningún mal. De hecho viven ahí desde antes de que fuéramos humanos. Es por este motivo que la historia evolutiva de los ácaros cuenta nuestra propia historia.

Existen cuatro principales grupos genéticos de estos animales inquilinos que corresponden a diferentes regiones del mundo. Los rostros de personas africanas tienen uno de estos grupos, “ácaros africanos”, y así también hay “ácaros europeos”, “ácaros latinoamericanos” y “ácaros asiáticos”. Es tanta la correlación de estos cuatro grupos de ácaros con el origen geográfico de las personas en quien viven, que analizando exclusivamente a los ácaros del rostro de alguien se puede determinar de dónde viene esa persona.

Parece ser que estos grupos de ácaros han coevolucionado junto con nosotros, es decir, nuestras evoluciones están ligadas. Somos su ecosistema, y por lo tanto están adaptados a los diferentes tipos de piel que presentan las poblaciones de estas regiones del mundo. Algunas pieles son más secas, más grasosas, tienen poros de distintos tamaños, etc. Esto ha hecho que los ácaros de cada grupo presenten características particulares.

Además, los patrones de distribución de estos animales pueden también contar algunas historias de la humanidad. Por ejemplo, el grupo de los “ácaros europeos” es el más común en todo el mundo, lo cual probablemente sea un reflejo del imperialismo y colonialismo de este continente.

Los cuerpos humanos estamos en convivencia íntima con muchas especies muy diversas. Somos ecosistemas complejos, donde la evolución ocurre, literalmente, bajo nuestras narices.

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