Si se te olvida en dónde dejaste las llaves o qué ibas a hacer en una habitación, no te preocupes, solo tienes más neuronas y debes ponerlas a trabajar.
Si también es su caso, ni se me angustien. Ustedes no son distraídos, simplemente tienen más neuronas.
¿No les ha pasado que faltaban menos 30 segundos para que se les haga tarde y justo en ese momento a las fregadas llaves se les ocurre ponerse a jugar a las escondidillas con ustedes? Eso es algo común, a todos nos pasa. El problema es que cuando me pasa a mí, en automático me marco al celular y ya que comienza a sonarme en la mano, recuerdo que no estoy buscando el teléfono, sino las llaves. Ya sé, mi memoria me hace bullying mal plan.
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Y los conozco, sé que les encanta andar de preocupones e hipocondríacos, por eso cuando entran a una habitación y se les olvida que iban a hacer ahí o cuando a la mitad de una conversación ya no se acuerdan de qué iban a decir; inmediatamente se ponen dos rayitas más allá de bien agobiados y juran que ya les está dando Alzheimer prematuro.
Pero ¿qué creen? Es todo lo contrario.
Aunque parezca contradictorio, ser olvidadizo, disperso o distraído se debe a un exceso de neuronas, y como son un montón, no nos permiten centrar nuestra atención y concentración en algo especifico. Esa es a la gratificante conclusión a la que llegaron los investigadores del University College de Londres luego de analizar la actividad cerebral de 145 individuos, que previamente contestaron un cuestionario para conocer qué tan frecuente se les olvidaban actividades cotidianas como hacer las compras o ir por los niños a la escuela. Y resultó que las personas más distraídas tienen mayor volumen de materia gris en la región del cerebro encargada de mantener la atención en comparación con las personas extremadamente meticulosas y diligentes. Dicha condición también hace a las personas distraídas mucho más inteligentes y creativas. Apunten esta información, no se les vaya a olvidar por qué son tan olvidadizos.
Lo que es un hecho es que a partir de los 40 años el disco duro de nuestro cerebro comienza a trabajar un poquito más lento a la hora de proporcionarnos la información que necesitamos, por eso en varias ocasiones nos deja con la palabra “en la apunta de la lengua”. Pero nosotros tampoco ayudamos a nuestros cerebros a que sean más ágiles, ya ni los números telefónicos nos aprendemos ¿para qué? si están en la memoria del celular, y ya mejor ni hablamos de las bolas que se hace uno con las contraseñas de las redes sociales, de las cuentas de mails o de los números confidenciales de las tarjetas. Los psicólogos llaman a este atarugamiento “sobrecarga de códigos de seguridad”, que es la culpable de generar la denominada “amnesia del pin”, que se da cuando estando frente al cajero automático, “namás” no hay forma de que nos acordemos del pin de seguridad.
Así que no se me acongojen si de vez en cuando se les olvida una que otra cosa, es de lo más común cuando andamos todos ajetreados. Y ahí les encargo que no empiecen con que ya les está dando Alzheimer, porque una cosa es no acordarte del nombre del vecino con el que casi ni hablas y hasta gordo te cae y otra muy distinta olvidarte por completo de personas a las que amas.
Termina su columna y… ¿Qué iba a hacer?
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