Lo estúpidamente interesante de los cibercondríacos

Los pacientes cibercondríacos ya no tienen paciencia, prefieren pasar tiempo googleando páginas médicas para informarse sobre su posible enfermedad.

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Desde que se inventó Google los hipocondríacos andan como escuincles en dulcería ¡De plano no hay quien los controle! Se la pasan cazando enfermedades como si fueran pokémones.

La cibercondría, es un término más o menos nuevo que se usa para referirse a un comportamiento que le está poniendo en la torre tanto a pacientes como a médicos. Se refiere a los conceptos de lo cibernético y la hipocondría, ese desorden mental por el que la persona cree de manera infundada que tiene un montón de enfermedades, en este caso en particular basándose en lo que lee en internet.

Esta situación ha llegado al grado de cambiar el estatus quo de las relaciones médico- paciente. Antes de Google, el paciente hipocondríaco o con Trastorno de Ansiedad por Enfermedad, llegaba al consultorio médico con una lista interminable de síntomas que, según él, o ella, eran el preludio a una catastrófica y mortal enfermedad, el médico sólo estaba ahí para decirle de cuál se trataba.

Pero como ahora resulta que los pacientes cibercondríacos ya no tienen paciencia, deciden evitar el tardado trámite de los análisis y los estudios, y prefieren pasar cantidades infames de tiempo googleando páginas médicas para informarse sobre los síntomas de las enfermedades más terribles, así que ya nada más acuden al médico para comunicarle cual es el mortal mal que padecen (según su diagnóstico, claro está) y el doctor solo tiene que medicarlos. Nada más.

Y estoy seguro de que mientras leen estas líneas están pensando en ese familiar, amigo o compañero de trabajo que confunde un pedo atorado con cáncer de colon, un cosquilleo en el brazo por pasar tanto tiempo sentado con un infarto, un dolor de cabeza cualquiera con tumor cerebral, o las ronchitas de una pinche alergia con ántrax. Estas personas son ¡HARTANTES! Neta no entiendo por qué no entienden que, sin una formación adecuada en medicina no podemos sacar conclusiones sobre posibles enfermedades que podamos tener.

Conozco a “alguien”, que gracias a Google y un poquito a que jamás se pierde el programa de radio de Martha Debayle, está convencida de que por lo menos padece 12 enfermedades mortales. Lo juro. No miento. Es real.

Según datos de la Unidad de Medicina Familiar del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), se estima que en México unas 3.5 millones de personas son hipocondríacas, y que por cada siete hombres con este trastorno solo hay tres mujeres que también lo padecen. Por su parte la Organización Mundial de la Salud (OMS), da cuenta de que al menos dos de cada 10 individuos con trastorno de ansiedad por enfermedad deciden auto medicarse con base a los resultados de sus búsquedas por internet. Si les digo ¡andan incontrolables!

Los especialistas en salud tienen ubicados a dos tipos de hipocondriacos, los que se la pasan en un eterno peregrinar con especialistas con la esperanza de encontrar alguno que los diagnostique con la enfermedad o enfermedades que están convencidos que padecen. Y por otra parte están los que jamás acuden a una cita médica por el terror que les produce la idea de que les lleguen a confirmar alguna de las enfermedades que creen tener. En ambos casos la enfermedad a la que más miedo le tienen es al cáncer.

Eso sí, hay que diferenciar muy bien a las personas con Trastorno de Ansiedad por Enfermedad de los simples y vulgares chantajistas, esos que solo memorizan los síntomas de algunas enfermedades para fingir que las padecen y conseguir la atención de la gente (segurito que también conocen a alguno de estos). Mientras que los verdaderos hipocondriacos sí llegan a generar síntomas reales de enfermedades, debido al efecto nocebo, que al contrario que el efecto placebo puede a generar malestar físico debido a una predisposición psíquica, tal y como lo muestra un estudio realizado por la Universidad de Reino Unido.

El caso es que los cibercondríacos son enfermos que no están enfermos de nada. Y la mejor manera de ayudarlos es a través de terapia psicológica y alejándolos de Google, de la misma forma en la que un desempleado se tiene que alejar de Netflix. Igualito.

Termina su columna y repitan después de mí: Esa roncha no es tumor, esa roncha no es tumor, esa roncha no es tumor. GRACIAS.

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