La temida labor puede ser algo desestrasante ¿pooor?
Uno pensaría que al cocinar automáticamente se gana el derecho a no lavar trastes. Pero no. Así no funcionan las cosas. A pesar de que ya te fregaste guisando, también te tienes que ponerte a fregar los fregados trastes.
Laura Esquivel tienen una novela que se llama “A Lupita le gustaba planchar”, es la historia de una mujer policía mal encarada, de carácter disparejo y muy malita de sus nervios; pero que por alguna extraña razón, se relajaba ¡planchando! Todo un personaje de ciencia ficción la Lupita. Pero ¿saben qué? Yo se la mató a la Esquivel, porque conozco a un hombre de 28 años que encuentra paz espiritual ¡LAVANDO PLATOS! Y les juro con la mano en el pecho que no se trata del personaje de ninguna novela.
La neta yo me quede anonadado, perplejo y patidifuso cuando uno de los realizadores del programa de televisión en el que trabajo me confesó que a él le gustaba mucho lavar trastes porque lo ayudaban a desestresarse. Sí leyeron bien, él disfruta mucho haciendo lo que ustedes y yo hacemos de mala gana.
Aunque ahí no para la cosa, su afortunadísima esposa le va dejando en el fregadero todos los platos, vasos, sartenes cacerolas y cubiertos sucios que van saliendo en el día. Pero no vayan ustedes a creer que lo hace por fodonga o mal organizada. No, lo hace para apapachar a su increíble esposo, que todas las noches llega directo a la cocina a desestresarse lavando platos. Sin embargo, hay ocasiones en las que anda tan tenso por las presiones de la chamba, que en las madrugadas se levanta, y a falta de platos sucios, SE PONE A LAVAR LOS TRASTES QUE YA ESTÁN LIMPIOS. Que pinche injusta es la vida. Uno inventariando el montón de platos que tiene en el fregadero, y este wey lavando los que ya están limpios.
Hasta el momento, este extrañísimo espécimen de la raza humana, no está diagnosticado con Trastorno Obsesivo Compulsivo, básicamente porque no está interesado en asistir a un especialista y ser cuestionado o “tratado” por su peculiar técnica antiestrés.
De hecho, un estudio realizado en 2015 por la Universidad Estatal de Florida, determinó que lavar trastes puede ser benéfico para nuestra salud, ya que hay algo en el contacto con el agua, los platos limpios y el aroma del jabón que puede llegar a provocar que una persona se sienta menos ansiosa y más tranquila consigo misma ¡INSÓLITO!
Los investigadores del estudio aseguraron que la atención plena a esta fastidiosa actividad nos obliga a omitir pensamientos negativos o de distracción para permitirnos traer al plano actual los sentimientos del momento presente (a mí no me engañan, esas personas han de lavar los platos con solventes). Aunque al mismo tiempo destacaron que sólo a una de cada 100 personas disfruta eso de andar fregando trastes.
Ya sé que muchos y muchas de ustedes preferirían vivir estresados que ponerse a lavar platos, pero no se preocupen, nadie va a mandarlos a relajarse al fregadero ya que, para disfrutar de los efectos terapéuticos de la lavadera de trastes, es necesario hacerlo de manera consiente, espontánea y voluntaria. De nada sirve que les apliquen la de: “esos platos no se van a lavar solos”. Así que no se dejen presionar.
Aunque en un mundo ideal, la lavada de platos tendría que ser cosa de dos para que no se le haga cochambre al amor. Y si son forever alone, échenle un Whats a mi cuate para que de vez en cuando vaya a desestresarse a su casa.
Termina su columna y deja sus platos rechinando de limpios. Pero de mala gana.
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