La lonja crea más problemas que solo el físico, eso sí, la sensualidad ahí está.
¿Nunca les han dado ganas de decirle a sus lonjas que las aman para ver si ellas también salen corriendo?
Y ni se hagan de la vista gorda, porque si todos y todas amaramos a nuestras llantitas, entonces la venta de fajas por televisión en México no tendría un incremento de más del 30% anual desde el 2012 a la fecha (aumento reportado por una de las marcas más populares de fajas “modeladoras” que nos venden por TV, de esas que usan a actrices súper cirujeadas para asegurar que si las usas vas a quedar igualita que ellas). Si por eso digo ¿para qué dejar de devorar o ponernos a hacer ejercicio? Si se puede recurrir a la “lonJevidad”: arte de apachurrar y distribuir las lonjas por todo el cuerpo.
En específico, los gorditos que se forman justo en la espalda baja son los más difíciles de eliminar, por eso es muy común ver a personas flaquitas, pero con esos fregados michelines en la espalda. Pero dejen ustedes lo feas que se ven, ahora resulta que, de acuerdo a un estudio realizado en la Universidad de Texas, son justo estas lonjitas las que incrementan peligrosamente los problemas de hipertensión arterial, incluso mucho más que la grasa corporal generalizada.
Para llegar a dicha conclusión, los investigadores texanos dieron seguimiento a más de 900 personas durante un promedio de siete años y detectaron que la conexión más fuerte entre la grasa abdominal y la hipertensión se observa en mayor proporción con la grasa localizada alrededor de los riñones, lo que sugiere que los efectos de la grasa en esta zona corporal influyen directamente en el desarrollo del padecimiento arterial. Pero ustedes síganle rezando a San Nicasio para que les quite las lonjas sin ir al gimnasio.
Y no es que me quiera poner tremendista, pero agárrense porque ahí les va la retahíla de investigaciones que demuestran lo gandalla de las lonjas:
Según un estudio de la Academia Americana de Neurología, llegar con grasa abdominal a los cuarenta años, triplica el riesgo de sufrir demencia senil a partir de los setenta.
Además, de acuerdo con un estudio noruego presentado en 2013 durante el Congreso Anual de la Sociedad Respiratoria Europea, la grasa acumulada alrededor de la cintura duplica el riesgo de padecer asma.
Por otro lado, científicos de la Academia Americana de Neurología demostraron también que, entre los 20 y los 55 años de edad e independientemente del sexo o la raza de las personas, la obesidad abdominal incrementa el riesgo de padecer migrañas y jaquecas.
Eso sí, ninguna lonja le quita sensualidad o cachondez a nadie, eso es algo que nos otorgar la seguridad en nosotros mismos. El problema es que esto es un asunto de salud, no de simple apariencia o vanidad, y por más que nos hayamos acostumbrado o resignado a nuestras pinches lonjas, es momento de esforzarnos para deshacernos de ellas.
Termina su columna y lo único que le sale bien en la vida son las lonjas.
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