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Lo estúpidamente interesante de donar semen

Donar por donar no es posible, se necesitan criterios específicos y saber que no tienes derecho legar sobre los posibles hijos.

Eduardo Iniesta

¿Y si después de donar semen el donante quiere conocer a su hijo o hijos?

¡No bueno! Ni en la Rosa de Guadalupe se ven casos así. Les cuento. Según registros de la Secretaría de Salud, el primer banco de semen en el país comenzó a operar a finales del 2003 en la colonia Bosques de las Lomas de CDMX, antes de eso algunas clínicas de fertilidad funcionaban exclusivamente con esperma importado, principalmente de Estados Unidos y Canadá; así que para consumir el producto nacional armaron este banco en el que los chilangos podían ir a dejar sus singulares donaciones, recibiendo una simbólica compensación económica de 500 pesitos, básicamente por aquello de esfuerzo ¿verdad?

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Pero por ahí de 2009, ya había más bancos de este tipo en CDMX, y fue justo ese año que a uno de mis cuates se le hizo buena idea ser donador de semen. Él pensaba que lo único que tenía que hacer era llegar y ofrecer su aportación. Pero fíjense que no. Para ser candidato a la donación de esperma hay que cubrir los siguientes requisitos:

  • Tener entre 18 y 35 años.
  • Ser saludable física y mentalmente.
  • No contar con antecedentes o familiares directos de trastornos genéticos mayores ni enfermedades hereditarias, como asma, diabetes, epilepsia o hipertensión arterial.
  • No ser portador de microorganismos o virus responsables de hepatitis B o C, SIDA, chlamydia, herpes, sífilis, gonorrea o citomegalovirus.

Pues bueno, como mi amigo cumplía con todos los requisitos tuvo que dar una muestra para que le hicieran estudios y cerciorarse de que sus espermas eran de calidad y capaces de soportar el proceso de congelación y descongelación. Y resultó que los chamacos de mi cuate eran más vivarachos y mejores nadadores que el mismísimo Michael Phelps.

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En total hizo cuatro donaciones en un periodo de seis meses, pero antes de realizar la primera tuvo que firmar un documento que garantizaba su absoluto anonimato en el proceso y otro en el que se especificaba que el donante no es el padre legal de los hijos y por tanto, ni donante ni hijos tienen ningún derecho derivado de la donación. En ese momento mi cuate estuvo de acuerdo y firmó.

Pero ahora, ocho años después, está empeñado en conocer por lo menos a uno de sus hijos, porque también está consciente de que en México se puede engendrar un máximo de 10 niños por donante, y como donó en cuatro ocasiones, el pobre vive en la congoja total sabiendo que por ahí hay 40 hijos suyos que no conoce, y asegura que va a iniciar un proceso legal para cambiar esta situación.

Googleando un poco, encontré que solo en circunstancias extraordinarias que comprendan un peligro cierto para la vida o la salud del hijo o en el curso de un proceso penal, se podrá revelar la identidad del donante, siempre que dicha revelación sea indispensable para evitar el peligro o para conseguir el fin legal propuesto.

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Como esa información no era de mucha ayuda, le pregunté a Enrique Pons Franco, socio de la firma Castillo-Pons Abogados, si mi amigo tenía posibilidades reales de poder conocer a alguno de sus hijxs a través de la vía legal, y me comentó queen términos estrictamente jurídicos no existe ningún impedimento legal para que esto suceda”, ya que “por un tema de derecho a la identidad, el hijo sí tendría posibilidad de conocer quién es el papá”.

Pons Franco también destacó que “aunque la cesión del material genético se haya realizado mediante un convenio particular o privado, en el que las partes hayan renunciado a reconocerse o indagar la identidad del producto sobre dicho material, aquí priva un tema relativo a los derechos humanos, que tienen aplicación en las relaciones privadas, de forma tal que, entre otros derechos, queda comprendido el derecho a la identidad, al igual que los derechos a la integridad, a la salud y a la reproducción”.

Pues así la historia. Ya les estaré contando en algunos meses si mi cuate inició o no el proceso legal para conocer a sus hijos perdidos.

Termina su columna y sigue donando los suyos por la vía tradicional, pa’ evitar problemas.

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