paz en colombia

La paz germina ya

Bajo el grito de “¡no más guerra, no más guerra!” de miles de personas se firmó la paz en Colombia.

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Los lectores habituales de esta columna deben estar sorprendidos con el título del texto. Decenas y decenas de artículos describiendo conflictos y violaciones a derechos humanos de hoy y del pasado. Este es diferente.

El pasado 26 de septiembre pudimos presenciar algo que se da muy de vez en cuando. Bajo el grito de “¡no más guerra, no más guerra!” de miles de personas se firmó la paz en Colombia. Se puso fin a más de 52 años de guerra, la más larga del continente.

El presidente Juan Manuel Santos y el líder de las Fuerzas armadas revolucionarias de Colombia (FARC), Rodrigo Londoño alias Timochenko, firmaron la paz con un bolígrafo hecho con una bala. Al momento de la firma es imposible no recordar los años de violencia, los más de 260 mil muertos, los decenas de miles de desaparecidos, los millones de desplazados, alrededor de 8 millones de víctimas.

El proceso fue muy complejo. Cuatro años de negociaciones en Cuba, sentados en una mesa gobierno y guerrilla con un pueblo que miraba, unos escépticos y otros rechazando el diálogo. La oposición encabezada por el expresidente Uribe criticaba el proceso mientras que la comunidad internacional lo respaldaba.

Tan importante es que al evento asistieron Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, John Kerry, secretario de Estado de EUA y más de diez jefes de gobierno y de estado de América y Europa. De pena ajena fue el momento en que Enrique Peña Nieto sacó su celular para sacar una foto en el momento de la firma, no entendió la solemnidad del momento.

Al proceso le resta un paso, el pueblo colombiano tendrá que ratificar la paz mediante un plebiscito. El problema según algunos actores políticos se presenta en los términos en que se firma la paz. Es necesario hacer concesiones, algunas penas tendrán que ser conmutadas por trabajo comunitario, otras tendrán reducción de años de prisión, algunos se verán beneficiados por leyes de amnistía. Los crímenes más graves no tendrán consideraciones especiales, serán juzgados. La paz no es perfecta.

El dilema es justicia o paz. Esperar justicia absoluta seguro retrasara la paz. ¿Cuánto tiempo? Imposible saberlo. ¿A qué costo de vidas y sufrimiento? Imposible saberlo. Yo prefiero el arreglo al que se llegó.

A reserva de esperar unos días y deseando que se ratifique la paz, el éxito del proceso estará basado en su cumplimiento y en alcanzar la verdad, la justicia (no total) y la reparación integral de las millones de víctimas.

Me quedo con algunas de las frases del evento.

El presidente Santos: “En surcos de dolores la paz germina ya”, “Cesó la horrible noche de la violencia que nos ha cubierto con su sombra por más de medio siglo”.
Rodrigo Londoño alias Timochenko: “Que nadie dude que vamos a la política sin armas”, “Nosotros vamos a cumplir, esperamos que el gobierno cumpla”, “Ofrezco perdón a todas las víctimas del conflicto por todo el dolor que hayamos podido causar en esta guerra”.

¡Enhorabuena Colombia! En México vivimos una guerra diferente pero igualmente sangrienta. ¿Cuándo será nuestro turno para la paz? Pocos construyen ese camino.

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