No sé a ustedes, pero a mí sí me dan hartas ganas de ir gritonearles a mis maestros de historia por no haberme pasado bien el chisme del grito de Dolores.
Que bonito es festejar cada 15 de septiembre a los “héroes que nos dieron patria” entrándole con hartas ganas al pozole, los chiles en nogada, la tinga, el mole, las flautas, los pambazos o cualquier otro tipo de garnachas (incluidas las quesadillas con o sin queso). Y es que la neta eso es lo bonito de los festejos patrios. Porque la ceremonia de del grito tal cual la conocemos, no es más que un chisme mal contado y acomodado a modo.
Para empezar, son muchos los historiadores, escritores e intelectuales que coinciden en que lo que verdaderamente gritó el cura Hidalgo esa épica noche de 1810 fue algo así como: “¡Viva la santísima virgen de Guadalupe! ¡Viva Fernando VII! y ¡Muera el mal gobierno!” Palabras más, palabras menos.
Ok ¡Va! Lo de la virgen de Guadalupe se entiende porque con todo y todo era cura, lo del mal gobierno también es comprensible porque estaba enojado y ya lo tenían harto. Lo que de plano me dejó anonadado, perplejo y patidifuso fue el “Viva” a el Rey Fernando VII ¿No que ya le andaba por ser independiente?
Como yo no me iba a quedar con tan tremenda duda, le marque al historiador Alonso Hernández para que me explicara semejante incongruencia, y como buen conocedor de la historia, que se suelta desde agarró y dijo.
Primero me contó que allá por el año de 1800, Fernando VII era conocido en la Madre Patria como “El Deseado”, ya que la gente tenía muchas esperanzas en él y anhelaban el día en que se convirtiera en rey, pero cuando finalmente ascendió a la corona, resultó ser todo un fiasco, hagan de cuenta como cuando en el 2000 hubo alternancia política en México. Igualito.
Pero bueno, otro dato interesante que el historiador Hernández compartió conmigo fue que, Fernando VII no solo era conocido por su ineptitud para gobernar, también era famoso por el descomunal tamaño de su pene. Bueno, el rey vivía tan lejos que los médicos reales tuvieron que hacerle una almohadilla en forma de dona para que se la colocara en el pene y solo pudiera penetrar con la puntita a su esposa en turno (tuvo cuatro esposas y solo la última le dio hijos), existen documentos de algunos de sus galenos en los que se describe al pene del bien dotado rey de la siguiente forma: “fino como una barra de lacre en la base, y tan gordo como el puño en su extremidad; además, tan largo como un taco de billar”. (Ya sé que en estos momentos van a googlear “pene de Fernando VII”).
Pero no nos desviamos más del tema del grito. Resulta que aquel llamado a las armas convocado por Hidalgo ese 16 de septiembre de 1810, no buscaba la independencia de política de la entonces Nueva España. Lo que realmente quería era un cambio de autoridades. Ya que en aquellos años España sufría la invasión francesa y Napoleón había coronado a su hermano José como rey de España. Por eso Hidalgo buscó con su movimiento independentista el regreso de Fernando VII, para que éste tomara el control de la colonia y reemplazara al “mal gobierno” afrancesado. Aunque entre los colaboradores del denominado “Padre de la Patria” (por accidente, claro está), había insurrectos como el buen José María Morelos que con el tiempo terminaron buscando una verdadera Independencia y la creación de un nuevo Estado: México.
Termina su columna y no deja de pensar en el grito… Pero en el grito que han de haber dado las cuatro esposas de Fernando VII.
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