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¿Qué nos hace solidarios ante un desastre?

El que ayuda siempre será quien sale ganando.

Miguel Ángel Velazquez

¿Cuántas veces no hemos querido hablar todos con el jefe en la oficina? Y al final no son más que unos cuantos los que terminan levantando la voz, o cuando en la colonia hay algo que arreglar y entre vecinos nunca nos podemos poner de acuerdo, y no se diga en las escuelas en donde todos nos quejamos, pero nadie hace algo. Y aunque sabemos que la unión hace la fuerza nada más no jalamos parejo. Entonces ¿qué hace que realmente nos unamos todos en un momento de desastre?

Durante muchos años los psicólogos sociales han sabido que las personas (y en sí todos los mamíferos) nos unimos los unos con los otros cuando se dan dos condiciones para formar un vínculo social:

1. Cuando nos sentimos identificados con las otras personas, o mejor dicho nos sentimos en igualdad de condiciones porque tenemos muchas cosas en común. Por lo tanto, sentimos que la colaboración se dará sin dañarnos, sin obligarnos, o sin darnos órdenes.

2. Cuando sabemos que el grupo tiene la razón de hacer lo que está haciendo, y el conocimiento de lo que está haciendo. Es decir, somos afines porque pensamos que perseguimos los mismos ideales.

Es así como formamos una afinidad o como ya lo hemos dicho anteriormente “estamos hechos para colaborar y no para obedecer”.

Aunque en el caso de la colaboración de las personas ante los desastres naturales no se tenía muy en claro en donde se encontraban dichos elementos. Nuevas investigaciones  por parte de grandes universidades entre ellas la UAM en México, han podido hallar los elementos en uno solo. Y dicho elemento se llama “Miedo colectivo”.

Ya que cuando experimentamos un “Miedo colectivo” ante un mismo suceso, se nos activa el instinto de supervivencia que automáticamente a su vez activa a las neuronas en espejo, las cuales detectan que todos estamos bajo las mismas condiciones de vulnerabilidad y de peligro. Por lo tanto, se cumple con el primer elemento que es el de “todos somos iguales” y no hay diferencia de ningún tipo entre nosotros.

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Después el segundo elemento de jalar parejo y hacia una sola dirección se da en el momento en el que el miedo en la amígdala cerebral activará el sistema nervioso autónomo que estimulará la liberación de catecolaminas (adrenalina y noradrenalina) y nos preparan para luchar o huir. Además, las catecolaminas facilitan la consolidación de la memoria implícita siempre y cuando la respuesta no sea demasiado intensa.

Por lo tanto, si en la memoria está el recuerdo o la capacitación de hacer algo, automáticamente lo hacemos para que el cuerpo pueda deshacerse de las catecolaminas. Si los demás nos ven actuar, al tener ellos sus neuronas espejo también activadas y sus catecolaminas al máximo, comenzarán a actuar en conjunto con nosotros. A esto se le conoce como “Aprendizaje vicario”. Es por eso que si caemos en pánico los demás pronto también caerán de igual manera en pánico.

Esto sucede con todos los mamíferos, como es el caso de los perros cuando uno de ellos comienza a ladrar muy pronto todos harán también, como forma de unirse ante un enemigo en común.

Ahora ¿qué es lo que nos mantiene el seguir trabajando unidos por días o semanas enteras? Se habla de un reforzamiento social que gratifica con reconocimientos constantes las actividades altruistas. Y en conjunto con el pensamiento proyectivo de que, si ayudamos a los que ahora lo necesitan, cuando nosotros estemos en la misma necesidad también habrá ayuda. Pero siempre con ese pequeño “Miedo colectivo” en el interior.

Por otro lado, también sabemos que el miedo es un arma de dos filos, ya que nos pude llevar a colaborar de manera rápida y precisa ante sucesos inhóspitos. También en algunos casos, donde las personas carecen de entrenamiento o de falta de control de sus emociones las puede llevar a ser agresivas con las demás personas, más cuando las personas son inmaduras o personalistas. O se pueden paralizar ante dichos eventos al grado de bloquearse u ocasionar mayores problemas.

Por eso es la importancia de la capacitación y repeticiones constantes de simulacros; así como el de la toma de conciencia hacia los desastres naturales. Porque si no estamos preparados para esos momentos, el miedo en lugar de ser nuestro mejor aliado será nuestro mayor enemigo…

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Neuropsicólogo, psicoterapeuta familiar y de parejas, con la especialidad en niños y adolescentes. Y creador de la corriente psicológica “Reestructuralismo Sistémico”. institutopsiqueac@hotmail.com