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Sobrevive en tu visita al centro comercial

Si eres de los que va de shopping y vuelve hasta con el molcajete, ¡cuidado! Podrías tener el síndrome de Gruen

Erika Rivera

Que las tiendas se vean tan bonitas, con las cosas perfectamente bien acomodadas, como invitándote a pasar un rato en ellas y de paso llevarte un “recuerdito”, tiene un nombre: transferencia de Gruen (por el arquitecto que descubrió que, diseñando un espacio con un ambiente controlado, lleno tiendas y con áreas verdes, la gente se quedaba más tiempo para desconectarse del caos del mundo exterior y, obvio, compraba más).

 

Si vas a un centro comercial descubrirás que…

  • Tiene una arquitectura para perderte. Está diseñado para que no puedas orientarte, su intención es que te desubiques para que des más vueltas, veas más cosas y quieras comprarlas.
  • Nos aísla de la realidad. Está decorada de forma que te sientas en otro lado y, a menos que sea abierta, pierdas la noción del tiempo. Si te fijas, casi nunca tienen relojes y su iluminación es neutra, así no notas si se te hizo de noche.
  • Estimula tus sentidos. Cada aparador está diseñado para intensificar tus deseos, desde el olor, la música y las texturas. Todo te genera una experiencia sensorial irresistible.

 

Sobrevive tu visita al mall

No estamos diciendo que te encierres en tu casa y pidas todo por internet, pero mejor sigue

estos tips:

  • Haz una lista de lo que TIENES que comprar, para que no te atasques de cosas que

no necesitas.

  • Cuando llegues, ve directo a la tienda a la que tienes que ir, así vas a sentir que ya no tienes nada más que hacer en la plaza.
  • Pon una alarma en tu reloj a equis hora y vete en ese momento. De paso, te ahorras una buena lana de estacionamiento.
  • Desconfía de las tiendas que tienen la música muy fuerte, porque aparte de que te estimula a la acción —comprar—, te distrae de cosas importantes como la calidad de los productos.
  • Deja tus tarjetas en casa. Si llevas el dinero necesario para tus cosas, evitarás que a media quincena andes mendigando la alacena de tus papás.
  • Pon un límite de gastos en tu banco. La mayoría de las tarjetas te permiten establecer un consumo máximo al día.
  • No sueñes demasiado. Está padre pasear y pensar en cómo se te vería tal vestido, pero si vale lo mismo que tu renta y nunca sales a ningún lado, pues mejor ni te lo pruebes.

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