La vida es un juego y la creación nos invitó a jugar

Somos parte fundamental del juego de la vida, aprender a jugarlo y a disfrutarlo hace nuestra vida y la de los otros, algo que merece experimentarse.

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La falta de confianza en nosotros mismos es un tema que se repite una y otra vez en todos los ámbitos. La confianza es como una hoja al aire que va volando según sople el viento. A veces nos sentimos contentos y otras veces con miedo, asustados, enojados o tristes al creer que lo que sucede afuera es un hecho innegable, sin darnos cuenta de que cada quién habla desde lo que conoce o desde sus interpretaciones.

¿Qué está bien y qué mal? Todo depende desde dónde estés parado. Cuando entiendes que lo que pasa afuera no tiene que ver exclusivamente contigo, vives en verdadera libertad; ya no eres presa de los estados de ánimo ni opiniones de los otros, que por cierto son bastante cambiantes; y puedes conectar nuevamente con la alegría y el disfrute.

Observar al mundo como si fuera un juego nos permite elegir qué juego queremos jugar, cuándo sí y cuándo no; y ser conscientes de cuáles son las reglas que lo rigen.

  • ¿Cuál es tu juego en tu familia? ¿Eres la oveja negra, el protector, el enojado, la víctima?
  • ¿En tu trabajo? ¿El que quiere sobresalir pasando por encima de quien sea, el explotado, el complaciente?
  • ¿Y en tus relaciones? ¿El controlador, el inseguro, el chantajista?

Aunque sea inconscientemente, cada quien elige cuándo vale la pena luchar por lo que cree. Desafortunadamente pareciera que todo lo que sucede en nuestra vida es un campo de batalla, hay que hacer un conflicto por todo y con todos; y por lo tanto, cada día que pasa nos vamos tomando las cosas más en serio, creemos que todo es importante.

¿Y realmente lo es? Vivimos reactivamente, siendo presas de los deseos y necesidades de los otros, en lugar de estar desde la libertad para elegir cuál es nuestro papel y relación con lo que sucede afuera.

Cómo vivir más y mejor

El recordar constantemente que nada es personal, que cuando alguien habla, no lo hace sobre ti, sino sobre sí mismo, te permite entrar y salir de distintas situaciones con mayor libertad y control sobre ellas. No es que las cosas van a ser como tú quieres, sino que tienes la elección de cómo reaccionas ante lo que está pasando.

Cuántas cosas disfrutas y te gustaría hacer más a menudo y no las haces porque te conectas con el miedo al ridículo, como si de verdad los otros fueran más importantes que tú, según sus juicios y opiniones. Piensa en alguna actividad que te ha dado disfrute, que te conecta con la risa, y que muchas veces has dejado de hacer, o cuando lo estás haciendo te concentras tanto en los demás, que ya no estás presente ni en alegría.

El reflexionar que, tanto lo que otros creen así como lo que tú crees no es la verdad, sino solo un punto de vista sobre algo, abre la puerta de la libertad; si tú crees que la opinión de tu jefe de que no estás listo es verdad, seguramente no te atreverás a nuevos proyectos; pero si lo ves como solo una manera de interpretar, que probablemente hay algo por aprender, podrás tomar la acción para enfocarte en desarrollar algunas habilidades que te pueden servir.

Si crees que porque tienes cierta edad ya no son posibles algunas cosas, seguramente evitarás situaciones nuevas o relaciones con cierto tipo de gente; pero si vives tu edad como algo que depende contra qué te estés comparando, podrás seguir aprendiendo nuevas cosas y disfrutar cada día como una oportunidad de estar en crecimiento y felicidad.

Decía Eleonor Roosevelt, la esposa del presidente norteamericano: “puede que la vida no sea la fiesta que esperábamos, pero mientras estemos en ella, bailemos”. Conecta con la capacidad de disfrutar el momento, de sentirte pleno y agradecido por estar en el barco, y mientras no elijas bajarte de él, entiende que lo que sucede es parte del viaje, ni bueno ni malo, simplemente eso pasa si quieres viajar. También puedes elegir no estar en él, abandonar es una opción que elijes no tomar, por lo tanto, si te conectas con que vivir es una elección, estar en agradecimiento también. Lo que sucede son circunstancias, y no acciones intencionales de la vida para hacértela difícil.

Hay todo por aprender, y ahí está el disfrute, ya que es una necesidad humana el buscar la variedad. Cuando todo es ya conocido, nos aburrimos.

El sentido de la vida aparece en el reto y el aprendizaje. El vacío es cuando no encontramos un para qué, cuando creemos que no tenemos participación en la creación y nos mantenemos al margen.

Somos parte fundamental del juego de la vida, aprender a jugarlo y a disfrutarlo hace nuestra vida y la de los otros, algo que merece experimentarse.

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