Todo lo que tu pareja no te ha dicho de sus preferencias en la cama (o el piso de la cocina) es tu culpa
Supongamos que tienes una pareja estable y ya sabes que no tiene ningún tipo de enfermedad, los dos son sanos y felices. ¿Qué sigue para que el sexo sea espectacular para ambos? Como nuestra vida sexual cambia todos los días y se nutre de lo que nos rodea -el estrés, los hábitos alimenticios, los hijos, hasta una crisis existencial- se transforma la manera en la que decidimos el sexo de cada día. Por eso, el silencio es el máximo enemigo de la satisfacción. La persona que se calla y acota sus pensamientos para seguirle la corriente al otro y no hacerlo sentir mal, es quien pierde… y hace perder a la otra persona. Hay que aprender a preguntar para gozar más y mejor. No se trata de un interrogatorio, es más bien una solicitud de instrucciones que deriva en sabrosura.
“¿Qué más quieres que te haga?”
Una de las preguntas obligatorias y precoitales ¿Es necesario decir “precoital”? Sí, absolutamente, porque de este momento depende la lubricación para fornicar y no sacar fuego a una genitalia seca, cosa que es muy dolorosa. Los besos como juego previo son fabulosos, pero en la pregunta empujen la respuesta. “¿Qué quieres que te haga?”, díganlo cuando acaricien a su pareja y tómense su tiempo para recibir retroalimentación. Con esta pregunta estimulamos al otro a tomar la iniciativa y a cachondearse con las opciones. Cada acto sexual es nuevo y único: preguntando se llega a más variaciones.
“¿Qué fantasía te gustaría hacer realidad?”
Esta pregunta es para los más temerarios, pero puede llevar a un entendimiento máximo. El mejor ejemplo, por ser común, es “¿te gustaría intentar sexo anal?”. Esas situaciones implican negociación, en especial cuando son experiencias de primera vez. Las fantasías son escenas de nuestra imaginación que nos excitan e incluso llevan el orgasmo en la masturbación: para eso sirven. Quien quiera compartir sus fantasías y logre empatía y comprensión, habrá creado una nueva dimensión de disfrute mutuo.
“¿Cuál es tu posición preferida?”
Resulta uno de esos cuestionamientos prácticos porque las personas sí se casan con sus posturas idóneas. Existe gente que ejecuta muchas posiciones y aguanta vara, y solo poniéndose de su modo, termina. Aprendamos a lidiar con esa posición, a procurarla y administrarla. Al usar una pose favorita en la actividad sexual, es obligatorio buscar sus variantes y sus diferentes alcances para no morir en el aburrimiento.
“¿Te gusta lo que estoy haciendo?”
Es una de las formas amables de preguntar y de potenciar el sexo: la oralidad desbocada es un encendedor natural. Ese sexo platicado que luego uno repasa para las fantasías posteriores es una dimensión importante de la ejecución sexual, además de demostrar que te importa el otro.
¡ESO NO SE PREGUNTA!
Hay pocas cosas que de plano no se preguntan, sobre todo impertinencias como ¿terminaste?, ¿te falta mucho? O sea, cualquier comentario que se sienta como presión. LA MÁS IMPORTANTE: parece broma, pero la pregunta más controvertida es la del sexo consensuado. “¿Quieres hacerlo?” debería ser lo primero que se pregunte, pero a muchas personas se les olvida. Cualquier evento sexual debe ser un consenso mutuo y ningún estado civil, relación romántica -amorosa-amasiato, noviazgo ni transacción económica, te obliga a tener sexo de ningún tipo.
¿Te gustó esta nota? Califícala
Alejandro Dumas 241 / Col. Polanco-Reforma / CP. 11550 / CDMX. / Teléfono: 9126 2222
© Todos los Derechos Reservados de Media Marketing Knowledge Group www.mmkgroup.com.mx
Prohibida la reproducción total o parcial, incluyendo cualquier medio electrónico o magnético.