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“No es lo que parece”: Infidelidad virtual

La infidelidad "virtual" siempre es poca cosa para el que la hace pero al engañado le pega igual o peor que la tradicional, así que aguas con esos clicks

Revista moi

La infidelidad, aunque es una vieja práctica, es un concepto que se transforma con el tiempo. Todos tenemos una idea más o menos clara de lo que es, pero la verdad es que ha sido definida de mil maneras según la época.

Hoy las cosas han cambiado, y mucho. Internet y las redes sociales (especialmente Twitter y Facebook) hicieron más difícil definir una conducta infiel. Gran parte del problema es que la separación que hacemos entre el mundo virtual y el real, sin darnos cuenta de que pasar de uno a otro es más fácil de lo que se cree.

Mucha gente piensa que una relación con vínculos afectivos profundos no se puede dar a través de internet. Pero los psicólogos vemos cada vez más en terapia que el ciberespacio ofrece las mismas oportunidades de crear una relación amorosa que el mundo de carne y hueso, y que pasar del post de Facebook al “me encantaría conocerte” está a unos cuantos clicks de distancia.

Para muchos, internet es el espacio en el que pueden vivir sus fantasías (sexuales o de otro tipo) sin miedo a ser juzgados. En este sentido, tener una relación con otra persona por correo electrónico, chat o cualquier otro medio virtual puede ser algo muy sano dependiendo de qué tanto nos permita abrir nuestros horizontes y conocer a gente que piensa diferente a nosotros.

Hoy la infidelidad es mucho más compleja porque va más allá del encuentro sexual. Ser infiel en los tiempos de las redes sociales se acerca más a vincularse afectivamente. Por eso, es importante que las parejas hablen y pongan reglas sobre lo que es aceptable para cada uno dentro y fuera de internet.

Entonces, ¿qué tanto es tantito? Para lo que unos es mucho, para otros es poquito y eso lo define cada persona y cada pareja. El siguiente ejercicio les puede ayudar a platicarlo. Lo esencial es que sean lo más honestos posible. No se trata de juzgar los sentimientos del otro, sino de entender cómo piensa y siente.

-Tu pareja te dice que está cansada y evita tener sexo contigo. Después la cachas viendo pornografía en internet.
-Entras al Facebook de tu novia y te das cuenta que le envió unas fotos de ella en bikini a uno de sus amigos.
-Ves en la pantalla del celular de tu esposo unos mensajitos medio cachondos que le llegan por WhatsApp.

No importa que tengan opiniones diferentes sobre cada situación, lo que cuenta es que puedan hablar libremente del tema. Al final el objetivo es que definan “reglas” de conducta con las que los dos estén de acuerdo y en las que no haya confusión.

Sexo o no sexo, darle ese trato a alguien más es lo que lastima tanto y deja al otro con esa sensación de “me cuernearon”, a la antigüita, aunque haya sido por fibra óptica o banda ancha.

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