Es importantísimo tener claro dónde estás parado con tu pareja cuando se trata de dinero. Y es que, aunque parezca “de mal gusto”, es básico hablar de lana para evitar problemas.
Dicen que hay cosas que no se mezclan, como el agua y el aceite, y otras que, más allá de la química, parece que no se deberían de mezclar, por ejemplo, el amor y el dinero. Pero eso es porque nomás no le agarramos el modo. Para muchos incluso está prohibido hablar de dinero con su amorcito porque “donde dos se quieren, el dinero es lo de menos”, pero la realidad lo que haces con el dinero podría afectar tu relación.
El dinero representa cosas distintas para cada persona: para unos es seguridad; para otros, poder. Algunos lo consideran una fuente de comodidad y no falta quien lo vea como algo sucio, con aquello de “lávate las manos que acabas de agarrar dinero”. No voy a hablar de microbios, pero sí de lo que pasa cuando el amor y el dinero empiezan a ser un tema en una relación.
No hablar de dinero a tiempo, o de plano no hacerlo, conlleva largas y frecuentes discusiones, en las que hay una guerra de acusaciones. Hablando de dinero, a esto se le llama “comunicación costosa”, porque invierten más de lo que ganan al pelear sin ceder.
¿Hay que decir cuánto se gana? Si ya viven juntos o están casados, hasta la pregunta ofende. Ora que si no hay confianza para eso, ¿qué otras cosas se estarán escondiendo? Del dinero hay que hablar cuanto antes y no cuando ya estén hasta el cuello de deudas o de broncas entre ambos. De hecho, este es uno de los temas que deben tocarse muy temprano si la relación va en serio.
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Puntos como: qué piensan del ahorro, qué hacer en caso de crisis; hacia dónde irá un dinerito extra si les llega, qué hacer si un familiar les pide prestado, en fin, aunque tampoco se obsesionen con encontrar el acuerdo perfecto (¡no existe!), pero sí establezcan límites alcanzables y claros para ambos.
Ese dinerito extra (los bonos, el dinero que te deposita tu mamá, si vendiste un celular) que no le dices a tu pareja y te lo guardas o gastas en tus cosas. Cuando te cachan, dices que era un fondo de ahorro para emergencias… Que igual y sí lo es, pero entonces, qué afán de andarlo escondiendo, digo yo.
Agarras dinero del fondo común sin decirle a tu pareja, con la esperanza de que no se dé cuenta y que cuando “lo repongas” es como si nunca hubiera pasado. Lo malo es que luego la ley de Murphy se hace presente y tu pareja se da cuenta; entonces sí vas a tener que ponerte creativo con las explicaciones. Eso de tomar dinero a la mala y luego hacerte el ofendido cuando el otro te reclama no está nada padre.
Por el estrés agarras una manía derrochadora y te pones a comprar chucherías online, te das tres cafés diarios y hasta andas generoso con las propinas en los bares. Según tú, no gastas tanto, pero cuando haces cuentas de tu gasto hormiga, tus matemáticas toman rumbos muy distintos.
Esto es muy fuerte, porque es cuando uno de los dos le anda prestando dinero a su hermana, a su mamá o al compadre sin que su pareja sepa o, peor aún, cuando ya habían dicho que no lo iban a hacer. El colmo viene cuando no se pagan esos “préstamos” y la pelea sube de tono cuando el generoso prestamista lo complica aún más diciendo “pues es mi dinero” o “es mi mamá, ni modo que no le dé”.
Los problemas serios con esto de la lana realmente empiezan cuando entramos a ver cómo se gasta y en qué. Salvo que sean herederos de una fortuna putrimillonaria (y aun así, no es garantía), el que se gaste más de lo que se gana puede traer problemas graves para ambos.
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Claro, si los dos son del “clan de las mil tarjetas”, a lo mejor hasta se ponen de acuerdo para esconderse de los acreedores, pero si no, de seguro habrá reclamos por su forma de gastar, especialmente si es de manera egoísta. Es un problemón que diario incrementes tu colección de zapatos sin consultar a tu pareja o que se te ocurra comprarte el nuevo Xbox cuando el otro anda viendo qué empeña para pagar la colegiatura de los niños.
Y ni qué decir si se trata de una pareja que apenas empieza: aquí es importante entender que alcanzar la seguridad y estabilidad económica lleva algún tiempo, pero ya es tiempo de pensar que lo haces con el dinero podría afectar tu relación y hasta llevarte a tronar con tu amorcito.
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