Tu pareja tiene algo más y tú notas que tus logros le pesan y molestan... puede que sienta harrrta envidia.
Let’s face it, la envidia es un sentimiento horrible que todos (aunque no lo aceptemos) hemos experimentado de una forma u otra. La bronca es cuando sientes que tu pareja se empieza a molestas o hasta minimiza tus logros. Te diremos cómo saber si hay envidia entre tu pareja y tú o más bien estás con patán.
Suena fatal ser envidioso, ¿verdad? Pues se pone peor: ¿qué pasa cuando es hacia tu pareja? Sobre todo cuando sientes que él/ella te opaca en algún aspecto: que gane más, que esté más guapo o que es el alma de la fiesta. Sucede también cuando tus características se parecen poco o nada a las de tu pareja (tú, súper huevas, el otro, súper pilas, por ejemplo).
Sentir envidia de la pareja dice más de nosotros mismos que de la relación. Tomar conciencia de este hecho es básico para ver dónde estamos parados y por qué estamos sintiendo tanta cosa. ¿Por qué no siento sus logros como propios? Seguramente porque no lo son, porque hemos colaborado poco o no estamos convencidos en que el otro alcance ese logro. Si además de envidia tienes resentimiento, ¡aguas!, estás bastante lejos de poder reconocer tus necesidades auténticas y es posible que te estés “robando” las de tu pareja. Ahí el problema está peor, porque seguro viene de muy, muy adentro.
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Para saber qué tanto traes, habría que ir a terapia, pero si no es posible, se vale indagar a solas tus asuntos pendientes o por qué no has podido avanzar e identificar tus limitaciones, tus debilidades y lo que sí haces bien. Si tu pareja siente tu envidia, probablemente se resienta y se va a crear un círculo vicioso del que quizá no puedan salir. Las soluciones son sencillas, pero todas dependen de ti y de que alcances tu plenitud.
¿Estás seguro de que no? Es posible que no te des cuenta, pero hay señales que te dicen que puedes estar sintiendo esto:
La envidia a menudo va de la mano con la vergüenza y la culpa, y puede tomar un giro hostil, particularmente si estas emociones se dejan libres. Estos pasos te pueden ayudar no a enterrarlas, sino a evitarlas.
La clave es reconocer e identificar de dónde vienen estos sentimientos y dejar de compararte con tu pareja. En lugar de enfocarte en lo que no tienes, pon atención en lo que amas de tu pareja y tu relación, pero sobre todo de ti mismo.
Todos los días dedica dos minutos a concentrarte en lo que agradeces de tu vida. Se ha demostrado que con solo estos minutitos de gratitud puedes aumentar tu autoestima y mejorar tu salud física y psicológica.
Exprésale a tu pareja lo que sientes, pero hazlo de forma constructiva para no cometer un “sincericidio”. Dile las cosas que te afectan con tacto y también concéntrate en recalcar lo que amas de tu relación.
Las comparaciones hablan de algo que deseo tener que otra persona posee y yo no. No tiene nada que ver con el otro. Para empezar, hay que revisar si eso que creo que deseo es algo que me hace falta o no. Probablemente ya lo tengas, ¡explótalo!
Reconocer que sientes envidia puede darte perspectiva y hasta influir positivamente en tu relación, particularmente si te ayuda a comunicar lo que necesitas y deseas. Volver a meterle admiración a la relación puede ayudarte muchísimo. Quizá si le dices a tu pareja lo orgulloso que te sientes de su nuevo proyecto, él te regrese el cumplido y descubras que admira algo específico de ti, y tú ni idea. No se trata de echar cumplidos namás porque sí, sino de recalcar lo que te hizo enamorarte de esa persona en un principio.
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No todas se crean igual, ni siempre indican o provocan problemas dentro de una relación. Los expertos en envidia, Richard H. Smith y Sung Hee Kim, describen que hay de tres tipos:
BENIGNA: nos llama la atención o nos gustaría tener los rasgos, atributos o posición de otra persona, pero no nos quita el sueño.
EMULATIVA: buscamos copiar los logros de alguien más; no es tan mala si se tiene cuidado de que tenga sentido y se construya a partir de ella.
MALICIOSA: surge del resentimiento y suele ir acompañada de vergüenza; es la más destructiva porque no viene de un lugar de amor.
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PASO 1. Habla.
PASO 2. Habla, no grites. Si lo haces bien, se dará cuenta de que la situación tiene muchas más ventajas que inconvenientes.
PASO 3. Si no funciona, sal corriendo al terapeuta o a tu libertad. Pero siempre piensa que la empatía es la clave.
Por: David García Escamilla
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