Cargadas de un sabor a traición, humillación y abandono, las personas vivimos temiendo que nuestro amor, nuestro amado, nuestro amante se líe sexualmente con alguien
La fidelidad en términos generales, se trata del cumplimiento de un acuerdo, la lealtad a una promesa realizada; de la fidelidad se derivan responsabilidades que no deberían ser incumplidas por ninguna de las partes. La exclusividad nos recuerda, quizá, a un contrato, a una especie de deber u obligación enmarcada en cuestiones legales.
La fidelidad y la exclusividad son un acuerdo, pero no son lo mismo. Podemos concebir una relación fiel en la que se dan relaciones extraconyugales y una relación fiel en la que estas no existan. Es más, si tuviéramos garantías de no ser descubiertos, si no tuviéramos que dar nunca una explicación ¿desearíamos una vida sexual más variada? La respuesta sincera suele ser que sí.
¿La diferencia?
Es fácil pensar que la intervención de un tercero en la pareja se debe a un déficit en la relación y es cierto que las relaciones amorosas con alto grado de conflictividad favorecen la aparición de terceros, pero tampoco podemos negar que nuestra condición humana es siempre carente y necesitada: insatisfecha. Estos nuevos modelos amorosos no son fáciles de pactar ni de vivir, sin embargo, tampoco son fáciles las renuncias y represiones que a veces conlleva la vida monógama. Habría que preguntaros y responder con sinceridad ¿a qué somos fieles cuando somos fieles?
¿Al pasado? es decir, a la historia que hemos construido juntos a través de una sucesión de hechos y experiencias compartidas.
¿Al presente?, a los deseos, intereses y valores que nos constituyen; a todo lo bueno, bello y verdadero de nuestra relación.
¿O será que somos fieles a una relación en el futuro?, aun cuando esta cambiará o terminará, reconociendo que siempre esteremos en la vida del otro y que el otro siempre será parte de nuestra vida, amando siempre el amor que nos tuvimos.
Y a eso… ¿por qué hay más amantes mujeres?
Al hablar de triángulos, siempre se pone ojo en el infiel y el traicionado, pero poco se habla del tercero, generalmente, la tercera en “discordia”. Sobra decir que si bien puede ser un hombre o una mujer quien ocupe este lugar, la mayoría de las personas que se colocan en esta posición del triángulo son mujeres.
Aquí algunas razones:
Por supuesto, hay hombres que “sufren de amor” siendo los amantes de mujeres comprometidas, pero es poco común que se limiten a ese vínculo, y que no se acompañen de otra persona en la vida cotidiana y en los eventos sociales. Es extraño también escuchar que una mujer comprometida le pida “fidelidad” a su amante, situación que es extremadamente común cuando la amante es mujer.
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