El hueco en el estómago, la tristeza infinita y el estrés que no te da paz después de un truene no tiene que ver con el corazón roto: la bronca está en tu cabeza
En una ruptura amorosa, típicamente cometemos varios errores que solo alargan la recuperación y el estado melancólico o de enojo como: no aceptar la magnitud de la pérdida, idealizar el pasado, tratar de mantener la amistad con el ex o el siempre clásico deseo de venganza.
Todos ellos tienen un común denominador: puedes aprender para no cometerlos nuevamente.
Suena trilladísimo, pero la cura para una ruptura es el tiempo. La neurociencia da algunas alternativas para que el cerebro se recupere rápido o, al menos, atenúe el dolor. Checa cuáles son:
Cambia de rutinas:
Por ejemplo, hacer ejercicio eleva los niveles de dopamina, serotonina y endorfinas. Eso mejora el ánimo.
No te quedes solo:
Cuando tienes un círculo de familia y amigos cercano, el cerebro libera más oxitocina y fomenta apegos. Reduce el llanto y el estrés.
Ya no lo estés buscando:
Ojos que no ven, corazón que no siente. Aléjate de redes sociales y lugares que la expareja visita.
Agradece con dignidad:
Ayuda a liberar endorfinas, dopamina y promueve una sensación de libertad. Disminuye la tensión.
Busca una explicación:
La certidumbre genera sensación de control, baja la vulnerabilidad y da un mejor manejo de la información en la corteza prefrontal.
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