Pensamos que la palabra codependencia solo aplica para los adictos y si no tenemos alguna adicción, pues no somos codependientes. ¡Error! La codependencia tiene mil caras, conocerlas y saber identificarlas te puede salvar de caer en una de ellas
Algunas personas se enorgullecen del concepto de “amar demasiado”. Como si el amor implicara aguantar humillaciones, castigos y todo tipo de situaciones nocivas, con tal de demostrar que realmente amamos.
Eso no tiene nada que ver con el amor, sino con la devastadora ausencia de él. Por eso nos enganchamos en relaciones tóxicas con una pareja, un amigo, un trabajo, la familia o una adicción, esperando que eso nos dé el amor que necesitamos y que somos incapaces de darnos a nosotros mismos.
ENCÁRGATE DE MÍ
Existen muchas definiciones de codependencia, pero en lo que todas coinciden es en que permitimos que nuestra vida se afecte o dependa (emocional, social, física o económicamente) de otra persona o de alguna cosa (personas, trabajo, adicciones).
Es un estado en el que nos encontramos alienados, solitarios y aislados del mundo, ¡hasta de nosotros mismos! Eso nos lleva a buscar a alguien o algo que llene los huecos que somos incapaces de satisfacer por nuestros propios medios, familia y demás.
Cuando dependemos intentamos llenar nuestro hueco emocional con lo exterior. PEnsamos que ahí está la respuesta al sufrimiento interno, pero en realidad generamos un círculo vicioso en el que ponemos nuestra vida en manos de otros.
¿CÓMO LLEGUÉ HASTA AQUÍ?
Según diferentes autores e investigadores, en nuestra infancia debemos tener satisfechas necesidades básicas para desarrollarnos sanamente. Cuando algunas de esas necesidades no son satisfechas en el momento preciso para superar la etapa que el niño vive en el aspecto físico, emocional, intelectual y espiritual, este se detiene en su desarrollo… es como si literalmente se congelara algo y se quedara de cierta edad.
De ahí viene la metáfora del “niño o niña interior”, esa parte a la que le faltó el nutriente adecuado para crecer. Esto es justamente lo que nos lleva a crear relaciones codependientes, ya que nos relacionamos desde esos huecos o vacíos emocionales. Y cuando somos adultos, seguimos esperando que alguien o algo de afuera llegue y llene nuestros vacíos. O sea, nos relacionamos a partir de la falta.
EMOCIONES, ¿YOOOO?
Una de las bases más fuertes de nuestra conducta codependiente es la represión de emociones y sentimientos. Aprendemos a tragarnos cada emoción que no sea bien vista y esta se queda enterrada en nuestro inconsciente, deformando la manera en la que nos relaciones con los demás y con nosotros mismos.
Ahora, todos dependemos un poco de otros, pero el problema viene cuando creemos que necesitamos a una persona o un objeto específico, y creemos que si no está, nada tiene sentido, eso es una relación codependiente.
SÍNTOMAS DE CODEPENDENCIA
Hay varias formas en las que se manifiesta, que van desde grados muy sutiles hasta más profundos, y si no se tratan empeoran con el tiempo, pero no pierdas la esperanza, sí son reversibles. Estos son algunos focos rojos en los que te tienes que fijar:
Tipos de rescatadores:
– El complaciente: es normal querer consentir y cuidar a alguien que nos importa, pero hay una diferencia entre eso y creer que no tenmos opción. Decir que NO les causa ansiedad. Sacrifican sus propias necesidades para adaptarse a los demás.
– El dador: da todo obsesivamente, incluso lo que no quiere o puede
– El protector: se preocupa por el bienestar de los demás y no del propio, se abandona
– El consejero: escucha a todo mundo, tiene una antena especial para gente problemática
– El salvador: atrae a las personas que están en crisis y deja todo por ayudarlas, sin importar sus propias broncas
– El maestro/terapeuta: le gusta trabajar con grupos necesitados de manera obsesiva y sin poner límites.
Por ejemplo: si tu pareja de pronto decide que practicar natación es lo más increíble, te inscribes a un gym con alberca, te compras gorra, traje de baño y hasta aletas cuando no sabes ni hacer bucitos. Todo como una reacción a lo que hace el otro.
Por ejemplo: tú te quieres cambiar de casa, pero como queda cerca del trabajo de tu novio y él dice que es la mejor colonia, no lo haces. Te quedas porque piensas que si te mueves él se va a mover, pero con otra persona.
4. Dependencia Extrema
No conoce la libertad ni para tomar decisiones, se paraliza si la otra persona no da su aprobación. Es una presa fácil de personas controladoras ya que su necesidad obsesiva de aprobación lo hacen vulnerable. Lo que saca de esto es que nunca se hace responsable de su comportamiento o sus decisiones, le echa la culpa a otros de sus errores o sus desgracias. En el fondo se esconde una profunda falta de autoestima, porque se la pasa comparándose con los demás y siente que no es lo suficientemente bueno como para ser amado.
Por ejemplo: piensas que si ella te deja nunca más a encontrar a otra persona, solo actúas según lo que ella te pide y le avisas hasta cuando vas a salir a comprar un elote a la esquina. Si algo sale mal en tu vida se lo echas en cara porque básicamente toma todas tus decisiones.
Aproximadamente 80% de las personas desarrollan cierto grado de codependencia en la vida, y las mujeres son más susceptibles de padecerla que los hombres. Si no se trata puede generar un combo que incluye ansiedad, depresión, estrés, adicciones y por supuesto, aislamiento social.
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