Después del “vivieron felices para siempre” vienen las crisis; te explicamos cuáles son, cómo vivirlas y sobretodo a librarlas
CAPÍTULO I: BAJO EL MISMO TECHO
Cuando no viven juntos, todo parece perfecto, porque no tienes que preocuparte por quién hace qué, quién limpia qué, en qué se gasta el dinero… cada uno está en su casita y se hace bolas con sus cosas. Pero en cuanto se van a vivir juntos, la puerca tuerce el rabo y ese color de rosa se empieza a convertir en algo más oscuro porque tu pareja tiene costumbres muy diferentes a las tuyas y no necesariamente las cosas serán como antes.
A lo que te van a enfrentar
Choque entre las formas de vivir. Todos estamos acostumbrados a hacer las cosas a nuestra manera y en el tiempo en el que queremos (incluso, hay unos cuantos consentidos a quienes les hacen todo y pasan de un nido a otro, esperando que así sea cuando viven en pareja), pero ahora son dos y el reto aquí va a ser conciliar y equilibrar para que las cosas sean parejas y los dos estén a gusto. Si tu casa era un mugrero y así eras feliz, pues bien por ti, pero seguro tu pareja no quiere vivir en un chiquero. Nada te cuesta levantar tus cosas.
Salgan a flote: cada quien haga una lista de las cosas que no son negociables para vivir en paz (limpieza, orden, tele, videojuegos, apretar la pasta de dientes a la mitad) y empiecen a negociar. Si tu pareja tiene costumbres que tú no tienes y que pueden ayudarte a mejorar o a hacer las cosas mucho más fáciles, mantente abierto a adquirirlas.
La clave para superar esta etapa: conciliar, organizarse, poner límites, comunicarse
CAPÍTULO II: LA CIGÜEÑA TIENE LA CULPA
Muchas parejas se unen queriendo formar una familia y otras prefieren esperarse un poco más para conocerse, disfrutarse y estar juntos. Como sea, lo importante es que sepan lo que viene, porque no te vamos a mentir, la llegada de un bebé es de las cosas que más hacen tambalear a una pareja porque los primeros seis meses pueden ser un infierno.
A lo que se van a enfrentar
Con la llegada de un crío, por muy bien portado que sea, vienen las desveladas, el mal humor, la falta de ganas y, por qué no decirlo, hasta depresión. Ese cansancio suele cargarse solo a la mujer, porque muchos señores asumen que como ellos “tienen que trabajar”, es labor de las mujeres cargar con el crío y ¡no! Un hijo es de dos y el bebé los necesita a los dos.
Salgan a flote: túrnense. Esto ayuda mucho porque se mantiene la sensación de equilibrio dentro de la pareja. Las mujeres suelen sentirse abrumadas y en una orfandad completa, sobre todo los primeros meses. Estar dispuesto a compartir las desveladas le dirá que estás dispuesto a entrarle a todo.
La clave para superar esta etapa: paciencia, darse tiempo en pareja.
CAPÍTULO III: NOMÁS NO PEGA
El deseo y la ilusión de ser papás nos acompaña a lo largo de nuestra vida, hasta que un buen día logramos concretarlo. Pero, ¿qué pasa cuando, debido a diferentes circunstancias, tenemos dificultades para embarazarnos? La cosa se complica, porque no solo va en contra de nuestros deseos e ilusiones de ser padres, sino que puede convertirse en el centro, racional o irracional, de nuestra vida en pareja (recordemos que mucha gente cree que no está completamente realizada hasta que tiene una familia).
¿Cómo nos afecta como pareja?
Los síntomas más característicos son estrés, ansiedad y depresión, pero también pueden aparecer otros problemas como la pérdida del interés en el sexo (pues queda programado para los días más fértiles, por lo que dejan de ser espontáneas), obsesión con la menstruación como comprobante del funcionamiento del tratamiento, tristeza y frustración.
Salgan del hoyo
El impacto emocional los va a afectar y, aunque lo mejor es que se mantengan unidos, con frecuencia lo que ocurre es que pierden el equilibrio como pareja. Evítenlo con estos tips:
No se presionen: muchas veces, la dificultad para embarazarse tiene un contenido emocional. Si se presionan, generarán más estrés y, por lo tanto, se les va a dificultar más el proceso.
No se obsesionen: sí, tener un hijo es una de las ilusiones más grandes que una persona puede tener, pero no ayuda para nada que tu vida gire en torno a tenerlo.
Sean tolerantes el uno con el otro: esto aplica muchas veces más para los hombres, porque quien recibe el tratamiento hormonal y quien se somete a más intervenciones es la mujer, por lo que es posible que tenga estados de ánimo cambiantes.
Let it go! A veces, por muy doloroso que pueda sonar, hay que aceptar que si no pega, no pegará (si es que ya agotaron todas las posibilidades). Busquen alternativas adicionales, abran la puerta a la posibilidad de planear su futuro de manera diferente.
CAPÍTULO IV: EL TERCERO EN DISCORDIA
¿Es posible rescatar algo luego de nos han o hemos puesto el cuerno? Eso depende de lo que los dos quieran y, aun queriendo, el camino no es sencillo, aunque tampoco tendría que ser imposible.
¿Juaaaay?
Las razones para poner el cuerno a son varias y no siempre tan obvias como el clásico “ya no me quiere” o “si me quisiera no me lo habría hecho”. Una infidelidad no solo se relaciona con el amor o desamor, sino con necesidades no cubiertas (no necesariamente sexuales, puede ser algo más profundo como la necesidad de sentirse valorado). También tiene que ver con el deseo de tener algo más y crees que lo vas a encontrar allá afuera con alguien diferente. ¿Pero por qué si no tenemos lo que queremos no decimos “me voy” y ya? Básicamente porque queremos todo; lo que se tiene y lo que se necesita o se desea.
Me quitaron la venda
Cuando todo revienta lo primero que sentimos es shock y confusión para luego pasar al enojo desprecio y alejamiento, y de ahí a varias etapas como pérdida de la confianza y, obvio, tristeza y resentimiento.
¿Y ahora?
Van a necesitar
Estar abiertos a pedir perdón y perdonar si las condiciones son adecuadas. Mucha paciencia, esto lleva su tiempo y van a tener subidas y bajadas. Las consecuencias de una infidelidad no se arreglan de fondo de la noche a la mañana y en una sola conversación, sino en una serie de encuentros de netear los dos abiertamente. No van a salir ilesos de esto, pero si todo marcha bien, saldrán más fortalecidos.
CAPÍTULO V: LA EDAD DE ORO
Sin duda, uno de nuestros grandes temores es la llegada de la menopausia y de la andropausia, y con ella el aburrimiento y la falta de vitalidad. En nuestro nos hacen pensar que la tercera edad es un problema. ¿Cómo es la vida de pareja cuando las hormonas decrecen, la piel se adelgaza y empieza a pesarnos la edad?
HIS AND HERS
Sí hay diferencia entre lo que le pasa a las mujeres y a los hombres en la tan temida “mediana edad”.
¿QUÉ SE HACE?
Para acompañarnos en pareja durante esta etapa tenemos que:
Abrazar la edad como parte de nuestra historia: lo mejor a los 50 o a los 60 no tiene nada que ver con lo mejor de los 25 o de los 50, es diferente, hay pérdidas, sí, pero ganancias también.
Valorar el erotismo de forma positiva: La sexualidad y el erotismo nunca terminan, por eso con el avance de la edad, si bien desaparece la pasión y la urgencia, la práctica sexual se vuelve más lúdica y placentera. Exploren y exploten nuevas formas, ¡échenle imaginación!
Luchar juntos contra el aburrimiento y decepción: Muchas veces, se puede presentar descontento con la vida en general por no lograr ciertos sueños de juventud y se suele culpar a la pareja de ser la barrera que los limitó. Cuando eso pase, focalicen en todo lo que lograron juntos hasta ese punto, familia, casa, vacaciones. Poner todo en perspectiva les va a hacer ver que no todo es malo como lo creen.
Hacer nuevos planes: uno de los errores más comunes de las parejas a esta edad es dar por terminados los objetivos que ambos tenían en común, cuando todavía queda mucho por hacer conjuntamente.
CAPÍTULO VI: LAS PÉRDIDAS
Por Gaby Pérez Islas
Estar en pareja es una cosa. Ser pareja es otra muy diferente. Ser pareja hace que una relación sea más duradera y profunda, porque llega un momento en la vida donde dejas de lado lo de mis vacaciones, mi sueldo o mi tiempo, para hacer un equipo con la otra persona, sobre todo cuando llega un dolor, una pérdida o una situación complicada.
EN EQUIPO
En lo próspero y en lo adverso: Uno de los dos se queda sin trabajo y hasta este punto siempre han pagado a medias todo. A partir de ahora el que tiene trabajo puede apoyar poniendo un poco más de dinero, pero ambos deberán reducir los gastos.
En la salud y en la enfermedad: piensa en este escenario, alguno de los dos se enferma. Por supuesto que la vida se trastoca para ambos, pero no le hagas sentir al otro que lo que le pasó es una molestia o un inconveniente.
Y si mi pareja tiene un familiar enfermo: alguno de los dos tiene un pariente hospitalizado y debe pasar mucho tiempo a su lado. La pareja puede ayudarle entonces con el trabajo de casa, planear mandarle un lunch para que no se quede sin comer y, sobre todo, no reclamar que ha pasado poco tiempo en casa, o que no le ha puesto mucha atención.
Y si mi pareja perdió a alguien querido: tu labor será la de acompañarla en el proceso de duelo. No es cargarla.
El nido vacío: Después de haberse dedicado a ser padres, cuando los hijos se van, por supuesto que van a vivir una pérdida, pero también tienen una oportunidad para reencontrarse como pareja y consigo mismos.
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