No puedes cambiar el pasado, pero sí tu actitud en el presente. Tooodos queremos darle la bienvenida al nuevo año pero para eso hay que aprender a cerrar ciclos.
Cada doce meses seguimos costumbres y rituales para marcar el fin y el comienzo de una nueva etapa. Desde hacer listas de propósitos, reflexionar sobre los momentos que la regamos o celebrar las veces que nos superamos. Pero spoiler, nada de eso sirve si no incorporamos la gratitud a la receta. Te decimos cómo recibir el año con gratitud cuando hay pérdidas.
La gratitud trae a nuestra vida una cantidad infinita de beneficios, de hecho, la química del cuerpo cambia cuando somos agradecidos. Pero sabemos que nadie vive en un mundo de color rosa. Siempre hay situaciones difíciles. Algunas veces el dolor es más intenso, otras no tanto. Pero aún así, es importante no dejar de lado esta virtud. Sabemos que parece imposible, pero no lo es.
Ser agradecidos no significa negar lo que va mal, al contrario, siempre es saludable reconocer las emociones negativas como la tristeza, el enojo o la nostalgia. La gratitud se trata de ser consciente sobre lo que nos duele al mismo tiempo que también vemos lo positivo. Se trata de no descuidar lo bueno, pero tampoco negar lo malo.
Ver lo que sí tenemos nos da esperanza y nos ayuda a apreciarlo. Ojo, no se trata de intentar encontrarle lo positivo a algo cuando no lo hay. No hay que ser optimistas irracionales. Pero en situaciones super dolorosas podemos eventualmente agradecer ciertas cosas. Por ejemplo, nuestra capacidad de sobreponernos a lo ocurrido tiempo después, o las posibilidades que se nos abrieron a partir de eso. El que nos duela y nos siga doliendo toda la vida nunca nos debe quitar la posibilidad de agradecer.
Es importante estar conscientes de que hay cosas que se pueden cambiar y otras que no. Nunca en la vida hay que vivir con el hubiera. Porque cuando no se puede cambiar la situación que no nos gusta, hay que aprender a vivir con ella. Y cuando se puede cambiar, hay que hacer lo posible para que pase.
Para cerrar el año es importante pensar qué podemos hacer para conservar esas cosas por las que estamos agradecidos. También preguntarnos, de lo que perdimos y se puede reparar, cómo podemos arreglarlo; los vínculos, el trabajo, la salud, las relaciones. Y de lo que se fue y no se puede reparar, reflexionar sobre cómo repararnos nosotros. Cuestionarnos ¿quién soy a partir de lo que me pasó?
Para ver el futuro con más esperanza y mejor ojo hay que controlar nuestra perspectiva y actitud, porque las creencias determinan nuestras emociones, quienes a la vez definen nuestras acciones y actitud.
Hay que acordarnos siempre que podemos tener una razón para odiar, resentir, ser amargados y destruir. En realidad todos tenemos una, pero no todos decidimos hacerlo. Al final lo que hacemos con lo que nos pasa es una decisión.
Entrevista Mario Guerra, transcripción María Milo.
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