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¿En qué se parece un refresco al mar?

No da igual tomarnos un refresco o agua mineral de una botella de plástico que de una de vidrio, saben diferente, checa por qué.

Alejandra Ortíz

Sabemos que no da igual tomarnos un refresco o agua mineral de una botella de plástico que de una de vidrio, saben diferente. Aunque las fórmulas para ambas presentaciones sean las mismas, una vez que el líquido está en la botella le suceden varias cosas. Y casi todas tienen que ver con el dióxido de carbono, y casi todas tienen que ver también con el cambio climático.

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El dióxido de carbono (CO2) es ese gas que le da las burbujas a refrescos y cervezas. También es el gas que la mayoría de los seres vivos producimos al respirar, y también es el gas que se produce por muchas actividades industriales y se está acumulando en la atmósfera, contribuyendo a calentar al planeta.

Dentro de nuestra boca actúa de dos maneras que nos gustan. Cuando el CO2 toca nuestra lengua, se combina con una enzima que lo transforma en ácido carbónico, el cual en ciertos niveles hace que las terminaciones nerviosas de la lengua manden al cerebro señales de dolor. Ese picorsito que se siente aún después de haber dado el trago es porque aunque el refresco no siga en la boca, el ácido carbónico sí. Además de esta sensación, el CO2 tiene sabor. Tenemos otra enzima que lo convierte en protones, los cuales estimulan a cierta células de la lengua que lo detectan como amargo.

El vidrio es prácticamente impermeable al CO2, pero el plástico no. Mientras más tiempo pase un refresco dentro de una botella de plástico, pierde más CO2, y por lo tanto cambia su sabor. Pero aún más importante que el empaque, es la temperatura a la cual están las bebidas.

El dióxido de carbono es más soluble en líquidos fríos, o sea que se queda más tiempo dentro de ellos que en líquidos calientes. Es de hecho el doble de soluble en una bebida refrigerada que en una al tiempo. Al calentarse un refresco, este gas sale de él hacia el aire, cambiando el sabor, sin importar si está en una botella de plástico o de vidrio, o también, en esta botellota que llamamos planeta Tierra.

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Además de en refrescos y cervezas, el dióxido de carbono está en muchos otros lugares, como la atmósfera y el mar. Este gas es mejor conocido como EL gas de efecto invernadero, pues tiene la propiedad de atrapar el calor y quedárselo. Si hay mucho CO2 en la atmósfera, el planeta se calienta, que es lo que ha estado ocurriendo en los últimos cientos de años, ya que muchas de las actividades que realizamos los humanos a partir de la revolución industrial generan una cantidad enorme de CO2.

Pensemos en el mar como un gran refrescote (¡o cervezota! Mmmm) que de manera natural absorbe dióxido de carbono que se encuentra en el aire, además de que retiene el que producen naturalmente los seres vivos que ahí viven. Si aumentamos el CO2 en la atmósfera, el océano absorbe más y ocurre una reacción química similar a la de nuestra boca y el CO2 se transforma en ácido carbónico. Esto acidifica los mares, particularmente los tropicales y actualmente es una de las causas de que los corales y muchas otras especies estén muriendo. Pero la reacción en cadena se pone más compleja.

Todo tiene sus límites, incluido el inmenso mar. Si calentamos ese refrescote de agua salada que cubre casi todo nuestro planeta, disminuye su capacidad de absorber CO2 en la superficie. Esto es especialmente importante en los fríos mares del norte, donde la temperatura del agua está incrementando, ¿y qué pasa si calentamos un refresco? Disminuye su capacidad de absorber dióxido de carbono. El mar hasta ahora ha sido un gran amortiguador de nuestras emisiones (absorbe un 30% del CO2 del planeta), pero parece que ahora estamos llegando al punto en que creamos un bucle en el que mientras más calentemos al planeta, el mar dejará de cooperar para aminorar el efecto.

Piensen en esto cada vez que destapen un refresco de una botella de plástico, la usen durante los 15 minutos que les dura el gusto, y la desechen. Como todo desecho, siempre impacta al mar, de muchas muchas maneras.

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mm
Doctora en ecología evolutiva y divulgadora de la ciencia, le gusta explicar el lado científico de la vida.