Parece que tus malas relaciones nunca acaban y siempre terminas enredado con una persona más nefasta que la anterior. Estás convencido de que el amor no es para ti... pero qué tal si tropezar una y otra vez con la misma piedra es tu culpa.
Terminas una relación amorosa y te sientes fatal, peor que chancla aventada. Sientes que no vales nada, que todos son unos infieles, que no puedes confiar en nadie, que diste todo y te pagaron con nada. Y después, pasan unos meses y la misma historia se vuelva repetir, ¡pero ahora con alguien completamente diferente! ¿Qué crees? Quien atrae ese infierno a su vida eres tú.
CORTA EL PROBLEMA DE RAÍZ
Primero que nada, cuando una relación termina es imprescindible que hagas un corte de caja. Tienes que tomarte un tiempo para ver qué aprendiste, cuáles fueron tus errores, qué te llevas de ella; reflexionar lo que fue, por qué falló, qué generaron, qué permitieron, cuestionarte y entenderlo. Todo nuestro sistema de creencias y pasado se pone a prueba en una relación. No hacer este ejercicio de introspección, te puede condenar a repetir los mismos errores en la siguiente y la siguiente… Cuando buscas sanar ese dolor con alguien más (aplicar la de un clavo saca otro clavo) haces que ese ciclo se quede abierto y eso evita que concientices qué pasó y no reconozcas tus errores.
¿CUÁL ES MI INFIERNO?
Una manera de saberlo es analizando cómo te sentías en tu última relación. Te vamos a explicar qué hay detrás de esas emociones.
1. Enojado. Por lo que diste, permitiste, le resolviste. Te sientes utilizado y que jamás tomó en cuenta nada de lo que hiciste.
2. Huyendo. No te querías involucrar. Te sentías cercano a la persona, pero preferiste boicotearte porque no sabes comprometerte. Como te daba miedo, te alejaste emocionalmente, creaste historias en tu cabeza y entonces apareció la desconfianza y terminaste huyendo.
3. Desvalorizado. Sientes que nunca apreciaron tu valor ni lo que hiciste. Te haces la víctima y, aunque siempre dices que una
relación es de dos, cuando te preguntan cuál fue TU error no sabes ni qué contestar.
4. Sin identidad. Lo diste absolutamente todo y cuando acaba tu relación no tienes vida ni amigos ni ningún círculo a cuál pertenecer. Tu pareja te devoró porque dejaste que te resolviera todo.
Por eso te sientes en un infierno en cada relación nueva.
No pasa porque tengas pareja, tú
traes un infierno dentro y tu relación lo aviva. Inconscientemente
haces todo lo posible para sentirte
desvalorizado y confirmar tus sospechas. Un noviazgo es un espejo: eso que tanto temes lo proyectas y eventualmente la persona lo termina haciendo.
¿POR QUÉ RECREAS LA MISMA HISTORIA?
Porque necesitamos confirmar ideas que tenemos sobre nosotros, sobre el amor, sobre la vida. Confirmar algo que ya sabemos nos da seguridad, por eso si estás casado con la idea de que “todas las parejas son nefastas” o de que “todas las mujeres/hombres son superficiales” eso es lo que te vas a encontrar SIEMPRE. Sí, como un imán. Por ejemplo: si eres una mujer que está convencida de que los hombres son infieles siempre vas a estar buscando eso. “¿Amor, dónde estás?” “¿Con quién andas?” “¿De quién es este like?” “Ves mucho a X, ¿no?”. Hasta que lo empujas a que haga justo lo que pretendes evitar. Y así va a pasar hasta que aprendas a darte cuenta de tus errores.
¿CÓMO ME LIBRO DEL FUEGO?
Para dejar de ser un imán de demonios, debes crecer, hacer cosas nuevas y eso nuevo que no te atreves a hacer es confiar y dejar de hacer cosas que alimenten tu infierno.
1. Responsabilizar a los otros. Siempre buscas el culpable afuera, las carencias en los demás y nunca ves las tuyas.
2. No cerrar los ciclos. Empiezas otra relación inmediatamente, evades, haces como si nada hubiera pasado, como si esa persona no hubiera existido, no aprendes nada del pasado y cuando llega alguien más regresas a la misma historia.
3. Actuar como víctima. Yo doy, yo entrego, yo lo quería, yo veía por él/ella, yo dejé a mis amigos, yo siempre di y él/ella no me valoró. Te urge ir a la página 74.
4. No ser consciente de ti mismo, lo que crees y tus actos. Eso hace que generes un infierno en el que tú tienes la razón y los malos siempre son los demás.
Cuando vives el dolor sin atenderlo tomas decisiones inconscientes que rigen tu vida y no te das cuenta. Tienes que cerrar ciclos, aprender de ellos y dejar de hacer ese montaje que se convierte en tu infierno. Conócete, asume responsabilidad y ponte en los zapatos de los otros. Piensa ¿qué aportas a tu relación? De la única persona que no te puedes escapar es de ti mismo, así que mejor controla ese infierno que traes dentro, para que pases al cielo.
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