¿Qué es más doloroso que buscar una relación y no encontrarla? Buscarla, encontrarla, amar a la persona y después perderla.
La verdad es que no es imposible regresar con alguien que te dejó (o dejaste), pero si esa relación hubiera sido tan sana, pues no se hubiera muerto ¿no? Así que aquí estás y tu relación ya no. ¡Qué cosa! Es difícil saber por qué te duele tanto y todavía más difícil entender por qué, cuando tú mismo decidiste terminar una relación que no era sana, te duele. Lo más probable es que cuando iniciaste esa relación estabas lleno de esperanzas y emoción por lo que venía.
Lo peor es que ahora probablemente tengas que cambiarte de casa, dejar de ver a tus amigos y a su familia, tu identidad (¿cuántas veces has dicho que eres casado cuando ya te divorciaste?) y tu rutina. Esta incertidumbre, que casi siempre viene con una esperanza de que la relación reviva, es la que no te deja avanzar; te paraliza el miedo de acabar solo, de no conocer nunca a alguien más y entonces tu vida se estanca.
Para este duelo no hablaremos de fases sino de tareas. El chiste es ponernos en acción y buscar cosas que podemos hacer para que duela menos, por menos tiempo y salgamos un poco más en paz de ese revolcón emocional que nos dejó aquella relación.
Cuando uno ha perdido algo, lo busca un tiempo. Si cree que lo puede recuperar, hace de todo para traerlo de vuelta. Si ya es imposible, se da por perdido lo perdido y hasta entonces empieza el proceso de duelo que nos va a ayudar a sanar. Fácil, ¿no? ¿Pero qué pasa cuando insistimos en querer que vuelva quien se ha ido? La cuestión no es cómo lo hago regresar, sino preguntarte si volver les hace bien a ambos a largo plazo. ¿A poco harías volver el alma de alguien, si pudieras, a un cuerpo carcomido por un cáncer incurable con tal de tenerle a tu lado? Si respondiste que sí, entonces eres tú quien no le hace bien a ninguna relación, porque es evidente que no amas realmente y lo tuyo es necesidad egoísta. Dejar ir es un arte que viene del amor verdadero.
¿Cómo le hago? Esta parte es la más difícil porque se trata de aceptación, pero repasar las razones por las que terminaron y evitar pensar en los momentos buenos puede ayudar a que pase más rápido el trago amargo.
Las emociones son el motor que nos hace acercarnos a lo que queremos y alejarnos de lo que nos lastima. Cuando una emoción te está diciendo que es hora de moverte, pero tú te estancas en ella, es muy fácil que te atrape y hasta te empiezas a parecer a ella. Por eso hay personas que viven con cara de tristeza o miedo aún mucho tiempo después de haber terminado una relación. La emoción los ha transformado porque ellos no supieron, no pudieron o no quisieron salir de ella por estar esperando el regreso de lo perdido.
¿Cómo le hago? Hay que reconocer que duele, que estamos tristes, enojados, frustrados y/o resentidos. Experimentar ese dolor tan desagradable es necesario para estar tan incómodos, que busquemos la salida. Pero moverse no es algo exprés, date tiempo.
Además de alejarnos poco a poco del dolor, necesitamos acercarnos a algo que queramos. Aquella relación ya fue, entonces hay que inventarnos un futuro diferente. Tú ya no puedes ser la misma persona porque, si lo eres, te va a volver a pasar lo mismo. Tienes que aprender cosas nuevas, que este dolor valga la pena y sea una vacuna que prevenga nuevos pesares. Mientras lo superas, no te aísles ni de ti ni de la vida ni de los tuyos.
¿Cómo le hago? A tu vieja relación guárdala, con los recuerdos de tu ex, en un lugar recóndito de tu corazón. Ya sé que cuando uno está muy dolido los quiere expulsar o poner en su altarcito con todo y veladora si eras muy codependiente, pero ni lo uno ni lo otro hace bien. Seguirá doliendo por un rato, el chiste es que cada vez sea menos.
El resultado de todo lo anterior es que revivas, porque la vida sigue y nosotros con ella (al menos por un rato). Vas a tener que hacerte nuevas rutinas para los fines de semana, recuperar muchos de tus sueños y otros dejarlos ir para construir unos nuevos. Tienes que empezar a reparar para seguir viviendo, porque esta vida es para eso.
¿Cómo le hago? Paso a paso. No hay de otra. Obligándote a hacer cada día, al menos una cosa que no quieres porque no le gustaba al susodicho o porque te lo recuerda. Así, poco a poco lo vas a hacer sin tener que obligarte.
Sobrevivir una ruptura o un divorcio nunca va a ser fácil, así estés completamente decidido porque la relación de plano ya no funcionaba. Lo importante es darte un tiempo de duelo, sin intelectualizar la situación, buscar una solución “lógica” a un asunto del corazón no va a ayudar. Llora, grita y vive el dolor durante el tiempo justo (y ni se te ocurra querer sacar un clavo con otro clavo), pero eventualmente deja de sentirte mal contigo mismo.
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