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Lo que callamos los barbones

Ya estuvo bueno de que a los barbones nos anden levantando tanto infundio y mentira. A ver ¿Uno que les hace?

Eduardo Iniesta

Déjenme les cuento. Desde el 2015 anda circulando un “estudio” realizado por el laboratorio Quest Diagnostics de Nuevo México, Estados Unidos, en el que se determinó que en las barbas largas y tupiditas hay más bacterias que en un baño público, bueno que hasta residuos de heces fecales se encontraron en ellas, ya que hay hombres que no se lavan las manos después de ir al baño y se la pasan agarrándose la barba todo el día. Eso sí, en el “estudio” no especificó a cuántos barbones analizaron, ni a cuántos de ellos les encontraron las barbas todas cochinotas.

Cuando leí los artículos relacionados con este “estudio” sí me puse dos rayitas más allá de bien molesto, porque no se trata de un asunto de barbas cochinas, se trata de GENTE PUERCA que ni se baña, ni se lava las manos, y póngale ustedes que en esas circunstancias la barba sí sea una orgía de bacterias, pero ¿qué creen? Lo mismo aplica para cualquier persona con el pelo largo que se la pasa agarrándoselo a cada rato. Es más, aún sin barbas, el simple hecho de tocarse la cara les dejaría harta bacteria y cochinada que generarían infecciones.

Pero tampoco crean que andar por la vida con una barba de envidia es pura alegría y felicidad, la neta es que no ¿Para qué voy a mentirles? Por eso voy a dejar por aquí lo bueno y lo malo de lo que callamos los barbones:

Lo bueno: Barba no mata carita, pero sí le da una ayudadita, porque te hace más “atractivo” o por lo menos, crea la impresión de tener un rostro más simétrico, claro que eso depende mucho de cómo la peines, también de la apariencia de tener un mentón más largo y ancho, y por si fuera poco ayuda a resaltar o disimular los pómulos, según sea el caso.

Lo malo: Si quieres seguir viéndote “guapote” con tu perfecta barba de leñador y despertar harta baja pasión, entonces JAMÁS, neta NUNCA, comas en público elotes con mayonesa, chile y queso o costillitas BBQ, es un espectáculo lamentable y después de eso no se vuelve a recuperar la dignidad perdida.

Lo bueno: Es un EXCELENTE juguete sexual, porque cuando la barba alcanza por lo menos los cuatro o cinco centímetros se vuelve muy suave y al momento de besar el cuerpo de tu pareja (¡PUUUF! las ingles son la mejor parte), proporciona un sutilísimo masaje con cosquillita y hasta calambritos. Las y los que andan con barbones lo saben, no se hagan.

Lo malo: A la hora de echar brinco y pasión, la barba queda oliendo a TODOS los lugares en los que estuvo. Dije ¡TODOS!

Lo bueno: En época invernal, no sólo ayuda a proporcionarle calor al rostro, el bigote también calienta un poco el aire frío para que no entre tan de sopetón a la nariz.

Lo malo: Es muy desagradable estar barbón y enfermarte de gripe, porque ya ven que pocas cosas en esta vida son tan fluiditas como el moco, así que al momento de estornudar o sonarte la nariz el 80% de esos simpáticos mocos se quedan en el bigote y no en el pañuelo desechable. Y ahí tiene que andar uno lávese y lávese el bigote para que no quede todo acartonado.

Con todo y todo hay que reconocer que las barbas tienen lo suyito y que no hay razón para ponernos tremendistas, porque todos y cada uno de los puntos malos que les acabo de enlistar tienen una solución muy sencilla: ¡BUENOS HÁBITOS DE HIGIENE! Sin embargo, no hay forma de disfrutar de los placeres de los puntos buenos sin una larga y tupidita barba.

Y no se hagan, llega el momento en la vida de todo hombre en el que parado frente al espejo se pregunta: ¿Y cómo me vería yo con barba? Pero ¡ups! No a todos les sale.

Termina su columna y su barba huele a aceitito de almendras.

 

 

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mm
Conductor de radio y televisión experto en temas de diversidad sexual. También es un aficionado de encontrarle el lado estúpidamente interesante a la vida.