Cada día hay más evidencia de que la inflamación celular y obesidad están estrechamente relacionadas. Esta inflamación interna es la causa del por qué subimos de peso, envejecemos prematuramente y padecemos ciertas enfermedades cardiovasculares.
La inflamación celular está vinculada a los hábitos alimentarios y al estilo de vida que tenemos en nuestro día a día., pero ¿qué causa esta inflamación celular que nos provoca obesidad?
El exceso de comida procesada, enlatados, azúcares refinados, refrescos y harinas simples… La razón es que bloquean nuestras arterias, generan problemas en el sistema circulatorio y además elevan el azúcar en la sangre.
Por dónde empezar…
Para el médico Barry Sears, presidente de la Inflammation Research Foundation e Investigador del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y de la Facultad de Medicina de Boston, la clave está en la elección de alimentos.
“Lo ideal es una ingesta de hidratos de carbono complejos, proteínas y grasas en cada una de las 5 comidas diarias, en una proporción de 40%-30%-30%, respectivamente”.
Por ejemplo, los polifenoles, presentes en las frutas, verduras, café, aceite de oliva, chocolate o el vino tinto, son fundamentales para mantener un equilibrio óptimo a nivel intestinal, reducir el estrés oxidativo y conseguir una mayor longevidad.
Empero, debes saber que ningún alimento produce inflamación de forma directa; ésta surge cuando comemos de forma desequilibrada, abusando de ciertos alimentos.
Prueba de ello son los carbohidratos y azúcares simples que incrementan los niveles de insulina, un exceso de grasas saturadas o de aceites vegetales ricos en omega 6; todos estos aumentan la inflamación celular, lo que desencadena en sobrepeso y obesidad.
¿Qué comer?
Los ácidos grasos Omega 3, presentes en el pescado y en sus aceites, son antiinflamatorios y, si en tu plan de alimentación no estás consumiendo la cantidad adecuada, tu metabolismo corre peligro; lo ideal es ingerir pescados, atún (en trozos, no enlatados) y por supuesto, el rey: salmón crudo o cocido.
Las verduras sin almidón (brócoli, pimientos, cebollas, espárragos…) son las mejores fuentes de hidratos de carbono, ya que tienen una carga glucémica muy baja.
Con la inclusión de estos hábitos notarás cómo la inflamación celular disminuye, por lo que el riesgo de padecer sobrepeso y obesidad, reducirán drásticamente. Recuerda “No hay cambio de peso, sin cambio de hábitos”. ¡Elige bien! Sígueme en @nutriquesana y @DeyaCano1
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