“Entregó el equipo”, “expiró”, “chupo faros”, “estiró la pata”, “se adelantó”, “se petateó”, y como los arrimados “a los tres días apestó”, eso porque al morir el cuerpo se convierte en un banquete de bacterias. Checa lo que pasa físicamente cuando el corazón deja de latir.
Los primeros y helados minutos
Cuando una persona muere, su cuerpo rápidamente se enfría. A este proceso se le conoce como algor mortis. Ante la falta de calor, la sangre se vuelve ácida, el dióxido de carbono aumenta y las células liberan enzimas que desbaratan los tejidos.
La última pálida
A los 20 minutos la gravedad hace su último efecto sobre el cuerpo y lleva las células rojas de la sangre a las zonas más cercanas al suelo. Esta etapa se llama livor mortis y se caracteriza por manchas moradas que sirven a los forenses y médicos para saber la hora exacta de la muerte.
Se puso tieso
Tres horas después de la muerte es prácticamente imposible mover un cadáver. Sus músculos se hacen tiesos en un proceso llamado rigor mortis. Los músculos sufren cambios químicos y el calcio de las membranas se desbarata ocasionando que se endurezcan. Los primeros en engarrotarse son los párpados y la mandíbula, después el cuello, los brazos y las piernas.
El festín de las bacterias
Suena horrible, pero 48 horas después de morir las enzimas del páncreas hacen que este órgano se digiera a sí mismo y que las bacterias que vivieron en el cuerpo, mientras estivo vivo, se pongan el atascón de su vida. Cuando estos bichos te tragan secretan putrescina y cadaverina, las sustancias responsables de que el olor a muerto sea insoportable.
Fuentes: Dnews.
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