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Master moi Anuario

Espejito, espejito

Abras o no la boca, los gestos, las facciones y las características de tu cara dicen mucho de ti.

Renata Roa

El yin y yang es este concepto taoísta que explica la dualidad de todo lo que existe en el universo. Es una fuerza opuesta pero a la vez complementaria. El yin es lo más femenino, suave y sutil. Lo yang es lo masculino, lo fuerte y combativo. Los chinos dicen que los rostros de los hombres son yang por fuera, pero realmente el hombre por dentro es muy yin. Las mujeres es a la inversa. Somos más yin por fuera y yang por dentro.

Cuando leemos el rostro de una persona y analizamos sus ojos, lo que vemos en realidad es la visión que tenía el papá y sus aprendizajes en términos sociales y laborales. Se cree que él es el que enseña a mostrar una cara ante el mundo. Esta cara que entonces desarrollamos es la percepción de lo que pensamos nuestra influencia yang (casi siempre papá) nos demanda y espera de nosotros. Es el que nos enseña a creen en nosotros y sobre todo funciona como un gran motor para hacer las cosas.

En su contraparte, cuando analizamos la boca de la persona, observamos un poco de la historia de la mamá, claro vista desde los ojos del hijo, y vemos la manera en que se conecta con otros, su manera de demostrar sus emociones y en consecuencia la manera en cómo se comunica. La mamá nos enseña por el ejemplo a nutrirnos y a nutrir a los demás. Recuerda que esa nutrición no tiene que ser únicamente física, sino también tiene un impacto en la nutrición emocional y hasta de información.

Cada uno de nuestros padres juega un rol muy importe en nuestra vida y, aunque no en todos los casos están presentes, de manera inconsciente traemos toda esa carga. Somos el resultado de una gran herencia. Buena o mala, nosotros tenemos la oportunidad de moldearla y hacer de esa herencia nuestro mayor tangible.

Lee: Cómo eliminar el enojo de tu cara

Te invito a que te reconcilies y reescribas tu historia con estas dos partes. Esta dualidad hace que existas y sobre todo tengas ese valor agregado que te caracteriza. ¡Bendita herencia de talentos! Tradúcela en tu fortaleza y no la cargues como esa piedra que pesa cada día más con el tiempo.

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