Vinos biodinámicos, orgánicos y vegetarianos. Todos con procesos diferentes para llegar hasta tu mesa poder ser disfrutados.
La cultura vitivinícola forma parte del placer de viajar, del lujo y de la pasión por el buen comer. Pero tanto el enoturismo como llevar un estilo de vida exclusivo y el desarrollo de conocimientos en torno al maridaje y la gastronomía, son prácticas de una sociedad que se está volviendo más sensible a la necesidad de participar en la conservación del medio ambiente y la protección de los animales. Por eso ahora lo más trendy es el consumo de vinos ecológicos, vegetarianos y biodinámicos. ¿Cuál es la diferencia?
El proceso de elaboración de un vino conlleva varios pasos. El último de ellos consiste en la clarificación y estabilización del vino, es decir, la eliminación de proteínas, levaduras y otras partículas que afectan el sabor y la calidad del vino.
Para conseguir este objetivo de manera tradicional es necesario usar algunos productos de origen animal, como la proteína de plasma sanguíneo, la proteína de leche o la cola de pescado, los cuales, al unirse a las partículas no deseadas, se hunden al fondo del barril facilitando su extracción.
Un vino vegetariano (el cual lleva un sello de certificación en la botella) evita el uso de proteínas animales y, generalmente, proviene de países como Francia –uno de los pioneros en el uso de clarificantes proteicos de origen vegetal–, Estados Unidos, Chile y Argentina.
Muchos vinos se producen a través de prácticas agrícolas amigables con el medio ambiente, de acuerdo con los requisitos establecidos en el reglamento de la Denominación Genérica “Agricultura Ecológica”, pero eso no elimina la utilización de productos animales en su elaboración.
Los vinos calificados como orgánicos se someten cada año a una rigurosa inspección para comprobar que siguen cumpliendo con los criterios de una producción libre de contaminación. Entre estos requisitos está el ser producidos con uvas ecológicas certificadas que son resultado de vendimias realizadas a mano. Además, el cultivo de estas uvas no implica el uso de productos químicos para la prevención de plagas o la fertilización de la tierra.
Como recomendación, si quieres conseguir este tipo de vinos con mayor facilidad concéntrate en los vinos ibéricos. España, como uno de los principales productores de vino ecológico, incluso creó la asociación Spanish Organic Wines con el objetivo de promocionar los vinos ecológicos producidos en el país.
Para comprobar que se trata de un vino de este tipo, es importante verificar la etiqueta de certificación orgánica en la botella. Mejor aún, lo ideal es consumir vinos que contengan tanto la certificación orgánica como la de producto vegetariano. Así se podrá garantizar que se trata de un producto 100% sustentable.
Éstos pertenecen a los vinos ecológicos, junto con los vinos orgánicos, pero se elaboran a través de una metodología más compleja. Para entenderla hay que saber que parte de un tipo de agricultura llamada agricultura biodinámica propuesta por Robert Steiner –creador del método educativo Waldorf–, la cual conjuga la ciencia, el trabajo y la autosustentabilidad natural en conexión con la tierra y el espacio. En otras palabras, parte del principio de que todo lo que viene de la tierra debe regresar a ella después del proceso de producción. Por ello, utiliza exclusivamente preparados vegetales y minerales para la fertilización y se rige por el calendario astronómico de épocas de siembra y cosecha de la uva.
Aunque son muchas las ventajas que el consumo moderado de vino ha demostrado tener para la salud del corazón y la circulación, los beneficios son mayores cuando se trata del consumo de vinos vegetarianos y ecológicos, los cuales, por su forma natural de elaboración, poseen mayor concentración de antioxidantes.
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