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Lo estúpidamente interesante de los adultos infantiles

Para todos los adultos y berrinchudos, aquí las razones de por qué son así.

Eduardo Iniesta

Porque una cosa es que como adultos estemos en contacto con nuestro niño interior, y otra muy distinta, que de plano se nos olvide que somos adultos. Ya ven que en algunos casos la edad no es sinónimo de madurez.

Pero no se vayan a confundir con el “síndrome de Peter Pan”, porque a las personas con dicho síndrome simple y sencillamente no les da la gana crecer, básicamente para no tener responsabilidades. Y tampoco estoy haciendo alusión a ninguna onda “chavorrucoquezca”, ese es otro tema.

En realidad, me refiero a los adultos jodidamente berrinchudos y acostumbrados a que poniendo cara de congoja la gente que los quiere resuelva sus problemas. Y ni se hagan, porque todos conocemos a alguien así o peor aún, chance hasta nosotros hemos actuado así ¡TÓMENLA!

Por ejemplo, tengo que confesarles que mientras escribía esta columna, estuve a nada de hacer un berrinche marca escuincle de supermercado con todo y mamá diciéndole a un extraño: “Lléveselo señor, llévese a este niño. Se lo regalo” (mamás que regalan niños en el súper, neta nunca se mueran). Bueno, como les decía, el motivo de mi enojo fue que no encontré ni un solo estudio de ninguna universidad del mundo que enfocara sus investigaciones en recabar datos sobre adultos infantiles o berrinchudos.

Esta es la prueba de que ya eres un adulto

Lo más cercano que encontré fue una encuesta realizada por una compañía de seguros en Melbourne, la cual reveló que actualmente la mayoría de las personas comienza a percibirse como adultos después de los 29 años. Ok. Sí, es un buen dato, pero no nos dice nada de sobre el por qué existen adultos que no son capaces de controlar sus emociones y mantienen intacta su capacidad de enfurecerse con toditito el cuerpo igual que chamaco de tres años.

Pero me topé con un estudio del Instituto de Neurociencia Cognitiva de Londres, que sugiere que el cerebro humano en realidad termina de madurar por ahí de los 30 años y a veces hasta después de cumplir los 40 y no a los 20 como se creía antes, siendo el córtex prefrontal el que tarda más tiempo en cuajar su desarrollo ¿Y qué creen? Es justo esta zona del cerebro la encargada (entre otras funciones), de regular el comportamiento social, la empatía, la interacción con otros individuos y el manejo de las emociones. Con base en eso, podríamos decir que los adultos berrinchudos tienen cerebros inmaduros ¡Amén!

Aunque prácticamente la teoría generalizada entre los especialistas en conducta humana es que las personas berrinchudas se comportan así porque llevan heridas de la infancia causadas por errores u omisiones de sus padres mientras los educaban. Y pónganle ustedes que sí, que a veces los papás la riegan sin querer. Pero si de por sí no hay quién aguante a esos treintones y cuarentones que se la pasan culpando a sus progenitores por todas sus frustraciones, pues con esta información van a andar bien aceleraditos. Por eso, es mejor hacerlos entender que como adultos tenemos la obligación de ubicar esas heridas para poder sanarlas, en lugar de andar responsabilizando por todo a mamá y papá.

Así que la próxima vez que un adulto les arme una pataleta déjenlo que se luzca, pero agarren al extraño más cercano que tengan y díganle: “Lléveselo señor, llévese a este adulto infantil. Se lo regalo”. Chance y eso le ayuda a que le termine de madurar el córtex prefrontal y deja de comportarse como escuincle.

Termina su columna y saca al niño que lleva dentro, pero sin berrinches.

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