Ni todos los flacos son flacos, ni los gordos son tan gordos. Aquí te explicamos.
Si son de esas personas que se sienten las muy, muy por estar en su “peso ideal” y porque se ven delgadas; pues no es que les quiera arruinar la ilusión ¿verdad? Pero ustedes podrían ser flaquigordos ¡TÓMENLA!
Yo sé que la lógica y la gramática nos indican que flaco es antónimo de gordo, y por lo tanto una persona flaca no podría ser gorda, pero ahora resulta que sí se puede y hay varios estudios que lo comprueban, como el realizado por la clínica de la Universidad de Navarra, España, el cual concluyó que tres de cada 10 delgados en realidad son obesos.
Esta investigación valoró a más de 6 mil personas para determinar el grado de error al diagnosticar obesidad a través de la medición del Índice de Masa Corporal (IMC), y concluyó que el 29% de los participantes en el estudio, y que según los resultados de su IMC se encontraban en un rango de peso promedio, en realidad padecían de obesidad, debido a que el porcentaje de grasa interna que tenían, era superior al de sus músculos. Si les digo, flacos vemos, grasa interna no sabemos.
Y no es que quiera ponerme tremendista, pero los especialistas aseguran que los flaquigordos tienen “cerebros de obesos”, lo cual los obliga a comportarse como tales, ya saben con poca hambre al despertar y atascones de ansiedad por las tardes. También los hace propensos a un desagradable surtido de enfermedades como: diabetes, hipertensión, arterioesclerosis, osteoporosis y hasta cáncer. Así que en lugar de andar presumiendo que comen todo lo que se les da la gana y no engordan, mejor vayan al médico para que les diga a dónde se está yendo toda la grasa que se empacan.
Algunos de los indicadores de que una persona es flaquigorda son: cansancio, depresión, ronquidos al dormir, colesterol y triglicéridos altos, verruguitas en el cuello y las axilas, tensión alta, hígado graso y ataques de irritabilidad.
Y sí, ya sé que están pensando que, si existen fliquigordos, también tiene que haber gordiflacos. Pues sí los hay. Según una investigación de la Universidad Autónoma de Barcelona, en la que se reunieron datos cardiovasculares de más de 450 mil personas, se determinó que casi la mitad de los individuos con obesidad que participaron en el estudio, son gordos metabólicamente “sanos”, ya que mostraron una presión arterial estable, así como niveles bajos de colesterol y triglicéridos.
AUNQUE el estudio también se destacó que los obesos “sanos” eran personas jóvenes y en su mayoría mujeres, que con el paso del tiempo muy probablemente desarrollen la grasa interna que recubre los órganos y que genera todo tipo de padecimientos y enfermedades. Así que digamos híjole que brutos, que sanos están. Pues la neta no.
Así que no se encanijen si después de unos meses en el GYM comienzan a notar que suben de peso, tampoco piensen que todo su esfuerzo se fue a la fregada, lo que tienen que entender es que ganaron músculo y aunque perdieron grasa, la ganancia muscular también se ve reflejada en la báscula y eso es BUENO. No se centren en perder kilos, sino en acomodar las cosas en su lugar. Un muy buen indicador de que estamos haciendo las cosas bien, es cuando nuestras chingas y disciplina se ven reflejadas en las tallas, esas no mienten, las caderas sí.
Termina su columna y se queda tranquilo porque él es gordimamado, no flaquigordo.
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