Esas ideas que surgieron después de la Segunda Guerra Mundial hoy están en peligro mortal.
Dejamos atrás un muy complicado 2016 pero los cambios de año no implican cambios de tendencia. Las condiciones globales no apuntan a la solución de conflictos. La llegada de Trump, el crecimiento del nacionalismo de ultraderecha en Europa, la proliferación de grupos armados no estatales, el terrorismo que crece y crece, la desigualdad que se ancla en el modelo económico, millones de personas buscando salir de zonas en conflicto, un medio ambiente que se sostiene con alfileres y tantas otras no permiten abrazar ilusiones.
Las cosas no cambian solas. El problema se encuentra en el corazón mismo de nuestro modelo económico y político. Naciones Unidas tiene un nuevo Secretario general, el portugués António Guterres. En su primera intervención ante el Consejo de Seguridad se centró en la importancia de conjuntar esfuerzos en la prevención y no solo en responder a las crisis, por cierto de manera insuficiente.
Guterres recordó que se gastan más recursos en atender las crisis que en prevenirlas. Si la ONU se creó para mantener la paz no solo debe centrarse en prevenir la guerra sino en generar condiciones de vida que garanticen la estabilidad, reducir la desigualdad y seguridad de las personas y el medio ambiente. Este es el reto, parece imposible. Esas ideas que surgieron después de la Segunda Guerra Mundial hoy están en peligro mortal.
A diferencia de lo que se vivió en otras épocas en que los conflictos eran entre países, hoy vemos conflictos internos surgir por todo el planeta junto con el descrédito de la clase política tradicional, los escándalos de corrupción, la debilidad de los Estados, el ruido mediático, los intereses económicos de grandes empresas que cooptan gobiernos, la indiferencia al sufrimiento ajeno. Estas condiciones genera problemas regionales que pueden desembocar en conflictos internacionales, los ejemplos sobran.
Los especialistas coinciden en que a pesar de haber salido de la Guerra fría, hoy el mundo se encuentra en condiciones más peligrosas que antes. Incluso dentro de sociedades con condiciones de bienestar elevado se ve un incremento en la polarización y el discurso de exclusión.
En días recientes la organización Crisis Group emitió un informe con los 10 conflictos a monitorear en este 2017.
La lista la encabeza, como era de esperarse, el conflicto en Siria e Irak. Le siguen los conflictos en Turquía, Yemen, la región del Sahel en África, República Democrática del Congo, Sudán del Sur, Afganistán, Myanmar, Ucrania y México. Sí, México. Por si queremos seguir cerrando los ojos, lo que ocurre en México ya alcanza para estar en esta lista.
En el diagnóstico se toma como base la demencial violencia que hemos vivido en los últimos 10 años, a lo que se suma la corrupción, la impunidad, la debilidad del Estado, una economía débil y ahora se suma el fenómeno Trump, que de cristalizar solo algunas de sus propuestas, podría generar condiciones que agraven seriamente la situación en México.
2017 no será nada fácil.
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