Te decimos por qué te ríes antes de que te hagan cosquillas.
Las cosquillas son un asunto serio. Existen preguntas sobre las cosquillas que han intrigado a la humanidad durante milenios: ¿Por qué existen? ¿Por qué a veces nos dan cosquillas pero otras veces no? ¿Por qué las cosquillas tienen el poder de provocarnos risa, alegría y gozo? Y sobre todo, ¿por qué no nos podemos hacer cosquillas solos?
Afortunadamente tenemos a las ratas, que también son cosquilludas y risueñas, para ayudarnos a responder algo de esto. Al hacerles cosquillas a estos animales, producen un sonido análogo a la risa humana pero que nosotros no podemos escuchar, a menos que bajemos la frecuencia de este sonido.
Esto fue lo que hicieron unas personas para investigar qué pasa con las ratas, sus risas y las cosquillas. La primera parte de la investigación fue bastante fácil: le hicieron tal cual cosquillas a las ratas en sus pancitas, en el lomo y en las colas. Al hacerles cosquillas en las panzas, las ratas se ríen. Además de la risa, comienzan a dar brinquitos de gozo llamados “freudensprünge”, que es la palabra alemana para, precisamente, brinquitos de gozo. Son el tipo de brincos que asociamos en las caricaturas con conejos o venados felices, con las cuatro patas al aire al mismo tiempo. Después de reír de cosquillas, las ratas persiguen la mano en busca de más.
La segunda parte de la investigación consistió en analizar qué partes del cerebro reaccionan a las cosquillas y producen la risa. Descubrieron que las neuronas del córtex somatosensorial son la parte más activa del cerebro cuando esto pasa. Esta región cerebral está asociada con la percepción del tacto, pero lo más interesante es que no solo se activa con éste, sino también con la expectativa de él. Así como cuando alguien amenaza con un ataque a tus axilas y tú comienzas a reír sin que te toquen, a las ratas les pasa también; cuando una mano las perseguía sin tocarlas, las neuronas del córtex somatosensorial se activaban y las ratas reían.
Después de esto, a las pobres ratas se les colocó un electrodo directamente en las neuronas de las cosquillas, estimulando esa región. Cuando eso pasaba, las ratas (menos mal) reían.
Pero también descubrieron que para la risa no es suficiente ni con estimular las neuronas ni con hacer cosquillas, se necesita también un contexto particular. Al poner a ratas en una situación estresante, éstas no reían al hacerles cosquillas, algo que también pasa con las personas.
Este estudio no solo es importante por ver ratas reír y brincar de júbilo. También da información valiosa sobre cómo el cerebro crea y mantiene estados de felicidad, y sobre cómo los estados de ánimo modulan la actividad neuronal y viceversa. Nos dice que las cosquillas y la risa no son simplemente una respuesta física a un estímulo táctil, sino que son un comportamiento complejo en el que están involucradas cuestiones sociales, lo cual podría dar pistas sobre por qué no nos podemos hacer cosquillas solos. Es probable que las cosquillas hayan evolucionado para fomentar la interacción, el gozo y el juego en sociedad. Además nos conecta de una manera emotiva con animales como las ratas, que responden de maneras similares a nosotros al placer, al reír, y al tacto alegre.
Este estudio habla también de la relación que existe en la forma en que el cerebro proceso el tacto y las emociones. Es decir, que tanto para ratas como para personas, no nada más importa que te toquen, sino cómo, cuándo y dónde te toquen.
Para ver a las hormigas reír y dar brincos de gozo: ve el video.
Referencia: Neural correlates of ticklishness in the rat somatosensory cortex
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