El maíz es solo un ejemplo de cómo la humanidad puede ser una fuerza creadora de abundancia en la naturaleza.
A las especies nadie las diseñó, aunque hay algunas a las que sí les metieron mucha mano.
Todas las especies domesticadas, o sea el maíz, frijol, calabacita, gallinas, perros, guajolotes, papas, etc. fueron creadas por algún grupo humano hace menos de 20 mil años.
El proceso a partir del cual esto pasó es más o menos similar en todos los casos: en una población de, por ejemplo maíces, había algunas plantas con mazorcas más grandes y sabrosas. La gente seleccionó estas plantas y las reprodujo, dando como resultado que en la siguiente generación hubiera una mayor proporción de estas plantas con mazorcas más grandes y sabrosas. Si esto se hace por varias generaciones, con el paso del tiempo se tendrán plantas tan distintas de las que no fueron seleccionadas, que se les considera una nueva especie.
Esto es la selección artificial, un proceso evolutivo donde el ser humano crea nuevas especies.
No es de extrañar que exista entonces una relación entre la diversidad de especies o variedades y la diversidad de culturas; imaginemos que en diferentes culturas se le dio preferencia a distintas características del maíz. Esto, sumado a las condiciones ambientales de cada lugar, abre la posibilidad a que se creen muchas distintas variedades. Actualmente en México hay 59 razas de este cultivo, cada una con características propias y adaptadas a sus ambientes (y culturas) locales. La diversidad de maíz en México es tal que hay razas que crecen a 3 mil metros sobre el nivel del mar, y otras que lo hacen al nivel de éste, pasando por trópicos y semidesiertos.
El maíz es solo un ejemplo de cómo la humanidad puede ser una fuerza creadora de abundancia en la naturaleza. Pero también existen muchos ejemplos de cómo puede ser una fuerza destructiva. A través del mismo proceso de selección artificial y cultivo, se puede llevar a monocultivos que acaban con la diversidad biológica y que ponen en riesgo a los ecosistemas.
Durante miles de años, poblaciones indígenas y campesinas alrededor del mundo han creado y mantenido la diversidad biológica de los cultivos, que es la base de la alimentación de todo el planeta. Ahora toca explorar cómo le podemos hacer para continuar esta energía de abundancia, tanto cultural como biológica.
Referencia
Mapping the Diversity of Maize Races in Mexico
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